lunes, 27 de febrero de 2012

Prohibido excitar al leopardo



Es interesante como, en un par de temporadas, el estampado de leopardo ha pasado de ser considerado algo vulgar y cutre a formar parte del vestuario de casi todas las mujeres. Ya sea en forma de foulard (no me gustan demasiado, me encantaron los que hizo Vuitton hace unos años, porque fueron revolucionarios e iniciaron la tendencia, pero las versiones de aquel no me han interesado, suelen ser muy tristonas), de abrigo (un clásico, la búsqueda del abrigo de leopardo perfecto es tan complicada como la búsqueda de los vaqueros perfectos), de zapatos, de camisas, de vestidos, de jerseys, etc. Yo creo que el truco para llevarlo bien es no darle ninguna importancia, dejar que se exprese por si mismo, quiero decir, no intentar dignificarlo (el estampado de leopardo es genial y excitante, pero no es elegante), no intentar sexualizarlo (uno es sexy o no lo es, nada de lo que digas, de lo que te pongas o de lo que hagas, lo cambiará. Eso los hombres lo han entendido muy bien, no conozco a ninguno que pretenda vestirse sexy) y no intentar disimularlo ni camuflarlo (las medias tintas en moda, como en todo lo demás, son un rollo). Simplemente llevarlo con prendas sencillas (vaqueros, camisetas negras, sandalias planas, etc) y ver qué pasa. Es un estampado sorprendentemente adaptable, amable y favorecedor, siempre que se le deje respirar y que no se le trate como a un animal salvaje. A fin de cuentas, el único animal salvaje que hay aquí somos nosotras, ¿no?

sábado, 25 de febrero de 2012

Hoy en SMODA


Hoy en la última página de SMODA: "Los tonos pastel" por Joaquín Reyes y Milena Busquets.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Los amores eternos


Esta mañana, en el cole, mi amiga Amelia ha protestado un poco por el tono levemente descreído de la última entrada (y de los subsiguientes comentarios) y me ha dicho que a ver cuándo hablo de los amores eternos, que ella hace 19 años que está con su marido y sigue enamoradísima. No, no, no, no, no, Amelia, estás equivocada conmigo. ¡Yo creo absolutamente en los amores eternos! De hecho, he tenido varios. En serio. Muy eternos. Los amores eternos son mis amores favoritos. Los otros son lo más parecido a comerse un bistec. Lo cual está bien, a veces puede apetecer mucho comerse un bistec, pero es solo un bistec. Un bistec es un bistec es un bistec, como decía Gertrude. Bueno. Algunos "consejos" sobre los amores eternos:

-Es preferible que uno de los dos miembros de la pareja esté ya en la eternidad. Eso facilita enormemente la convivencia y evita el desgaste cotidiano. Y para el día a día, ya están los bistecs.

-Es preferible que uno de los dos miembros de la pareja sea rico, o que haya intereses materiales (casas, etc), genéticos (hijos) o sociales en común. Eso hace que el umbral de la paciencia aumente considerablemente.

-Los amores eternos son hereditarios. Si uno proviene de un amor eterno, es más probable que lo sepa replicar. Si uno proviene de una casa de locos apasionados, es más difícil.

-Con la edad, aumentan las posibilidades: como cada vez nos queda menos eternidad, cada vez hay más posibilidades de que logremos aguantar a nuestro amor eterno hasta el final físico. Después, como ya he dicho, empieza lo fácil, amar a un muerto.

-Buscarse un amor eterno de cine. Yo, por ejemplo, sé que amaré eternamente a Ryan Gosling, lo sé y punto. Y cada vez que veo sus bíceps en mi salvapantallas, siento aumentar mi amor eterno.

¿Ves, Amelia, como sí que entiendo perfectamente lo que son los amores eternos? ¡Uffff, no aguanto los malentendidos!






lunes, 20 de febrero de 2012

Los amores de 5 minutos


Mi amiga Luz me recordó el otro día mi promesa (que evidentemente había olvidado) de hablar sobre los amores que duran 5 minutos. Hay varios tipos de amores que duran 5 minutos.

1. Los que deberían durar 5 minutos.
Son los que incluso antes de que empiecen, ya tienes un fogonazo que te indica que aquello no va a ir bien. Yo, una vez, viéndole de lejos la coronilla calva a un tipo, antes de haber cruzado una sola palabra con él, ya supe que aquello no podía funcionar, que aquella coronilla y yo no estábamos hechos para entendernos (y que conste que no tengo nada en contra de las coronillas ni de los calvos). El cielo me mandaba una señal: la amenazadora coronilla reluciente bajo la luz de la farola... yo la ignoré porque era primavera...y ¡¡¡pumba!!! Lección 1: No ignorar nunca las señales celestes. Nunca.

2. Los que, efectivamente, duran 5 minutos (o media hora).
-Los hombres que solo son guapos en la distancia, a los lejos. En cuanto los tienes delante, sientes un vacío existencial terrible y deseas estar hablando con Monty, el perro de los vecinos, en vez de con ellos.
-Los hombres que no saben que a las mujeres se las invita al café.
-Los hombres (de más de 35 años) que no saben nada de anatomía femenina. Los hay, believe me.
-Los hombres que en el minuto 2 te advierten de que no te enamores de ellos.
-Los hombres que no saben beber y que aprovechan el hecho de estar borrachos para decir las imbecilidades y mezquindades que normalmente piensan pero se callan.
-Los hombres a los que no les gustan los animales (porque si no le gustan los animales, es probable que tampoco le gusten los niños, y por lo tanto es dudoso que le gusten las mujeres, que, como todo el mundo sabe, somos un 30% animales, un 20% niños, un 40% mujeres y un 10% hombres).
-Los hombres que no pueden dejar de hablar de la "cabrona" de su exmujer, que se volvió loca y se operó las tetas o los ojos o lo que sea, y luego los dejó (¡a ellos!) porque decía que eran muy aburridos (¿ah, sí? Really? ¡No me lo puedo creer! Pero si es apasionante estar aquí, con mi gin tónic, mientras tú me cuentas las operaciones estéticas que planea tu ex).

3. Cuando cinco minutos son toda una vida.
Y por último están los buenos, los que duran cinco minutos o toda una vida, da igual. Los que nos alegramos de haber vivido, pase lo que pase y acaben como acaben. Los que nos saben tocar (el cuerpo y el alma). Los que nos hacen reír. Los que nos sacan de los pantanos.

Y mañana hablaremos de ropa, que esto de escribir sobre amor es muy cansado.





viernes, 17 de febrero de 2012

Con un par



Con un par de buenos tacones por temporada basta. Ni más, ni menos. Así como creo que se deben tener dos o tres pares de zapatos planos, con unos de tacón es suficiente. Ahí van las "reglas" que yo sigo para encontrar y domesticar a los míos (sí, los zapatos de tacón deben ser domesticados.)

- Que sean razonablemente practicables. Yo no paso nunca de los 10 cm, una altura que me permite el bamboleo justo y necesario para ir por la vida . Con más, he de hacer equilibrios.
- Que sean razonablemente cómodos, o sea, que sean unos zapatos de buena calidad, o sea, que los pueda llevar con una sonrisa en la boca. (Todas las cosas que no nos ponen una sonrisa en la boca deberían ser suprimidas de nuestra vida. Todas. Sin atenuantes.)
- Que no conjunten con nada de nuestro vestuario. Que sean simplemente maravillosos, una locura, un disparate, geniales, el amor de nuestra vida. Si nos seducen a nosotras, ya encontrarán la manera de seducir a nuestra ropa.
- Que no nos los podamos permitir, que estén un poco por encima de nuestras posibilidades. Con los zapatos (como con los hombres) hay que perder la cabeza, si no, acabas con unos mocasines marrones con suela de goma o con unos zapatos de salón negros para toda la vida, ya me entendéis... (Cada vez que me dicen en una tienda "esto te durará toda la vida", me echo a temblar, me entran sudores fríos y he de salir a la calle a respirar aire puro.)
- Que nos apetezca ponérnoslos inmediatamente. Si empiezas a pensar: "Me los pondré en la fiesta de Pepita" o "Para salir a cenar un día especial" o "Para el premio no sé qué", es que no son los zapatos adecuados. Tienen que ser unos zapatos que te quieras poner ya, hasta que el cuerpo (y los pies) aguanten.
- Y por último, domestícalos (y déjate domesticar por ellos), hazlos tuyos (no voy a hacer más comparaciones con los hombres que luego mis amigos se enfadan). Aprende a andar con ellos, te pueden llevar mucho más lejos -y mucho más rápido- que unas deportivas. Ya verás.



miércoles, 15 de febrero de 2012

Una camisa en blanco para dibujar la primavera



"Yo creo que los seres humanos desarrollamos tanto el cerebro porque, al ser uno de los animales más feos de la selva, no tuvimos más remedio que potenciar otras cualidades." Les explicaba yo (siempre tan didáctica) a mis hijos, el pasado fin de semana, en un zoo desierto y gélido, ante la zona de los leones. Enseñadme a un hombre que sostenga la cabeza (y la mente) como un león y me casaré con él (esto no se lo dije a los niños, porque aunque sean sumamente espabilados, me pareció demasiado enrevesado. Me hubiesen hecho cien mil preguntas, y contestar a los niños es muy cansado porque, contrariamente a la mayoría de los adultos, ellos no preguntan por preguntar, preguntan porque realmente quieren obtener una respuesta). Anyway, que la belleza no está en el interior, si no a nuestro alrededor, en los leones del zoo, en las mimosas que justo florecen ahora, en las camisas de seda blancas, que estamos a punto de podernos poner sin nada encima y casi sin nada debajo. Camisas como lienzos en blanco que anuncian la primavera, la época que nos devuelve los días largos, las ventanas abiertas de par en par, los horizontes despejados y las infinitas posibilidades. La época en la que resulta casi imposible resistirse a la felicidad. A la vuelta de la esquina. Ahora.

domingo, 12 de febrero de 2012

El lago de los cisnes


Fin de semana extraño: el jueves, fui a ver "El lago de los cisnes" y ayer, "Les Misérables". En ambas obras, hay historias de amor absoluto. "Et l'amour, où tout est facile, où tout est donné dans l'instant", -y el amor, cuando todo resulta sencillo, cuando se entrega todo desde el primer momento- como escribe Houellebecq y canta la gran Carla Bruni. Y me di cuenta de que hacía un montón de tiempo que no oía hablar de historias así. Supongo que nos hemos hecho mayores y que, en este momento, las historias de amor de la gente que me rodea están hechas de pragmatismo, inteligencia, miedo, tolerancia, reproches, paciencia, amor, pactos, esfuerzo, cansancio, dinero, compromiso, hijos, amor, etc. En el entreacto de "El lago de los cisnes", mi amigo, Arcadi Espada, me dijo riendo (a raíz de un comentario mío sobre este blog): "Tú no saldrás nunca de El lago de los cisnes". No era exactamente un piropo, nada en Arcadi lo es, o nada de lo que él piensa que lo es (Arcadi y su despiadada, afilada y, sobre todo, antipática inteligencia. Pero inteligencia, al fin y al cabo). Y tenía razón, no saldré nunca de "El lago de los cisnes". Bueno, nunca nunca tampoco. Tengo planeado salir el próximo día 14 para dar una fiesta temática, se llamará "Fuck St Valentine", ¿alguien se apunta? No será en el lago, será en mi casa.
PS: En la foto, un maravilloso vestido de cisne de Alexander Mcqueen.


viernes, 10 de febrero de 2012

Soy un angelito




En casa me llaman Doctor Jekyll y Mister Hyde. La verdad, no sé muy bien por qué. Se me acercan sigilosamente por la espalda mientras yo estoy haciendo cosas importantes (como decidir qué sombrero de paja me he de comprar para este verano o intentar averiguar de dónde han salido los pantalones de flores que lleva Eva Mendes durante su visita a Ryan Gosling) y me dicen: "¿Qué tal estamos, Milenita?, ¿hoy quién eres, Doctor Jekyl o Mister Hyde?". ¿Cómo quieren que no me enfade????? 1. Me dan un susto morrocotudo, porque yo, cuando estoy con mi ordenador, es como si estuviera con un amante, no me entero de nada más. 2. Me hacen perder el hilo, justo cuando estaba a punto de decidir si quería el sombrero de paja con una cinta color melocotón o con la clásica cinta negra. 3. Me traumatizan (todavía más). Vosotros no habéis tenido una madre que, desde la niñez, cada vez que se encuentra con una amiga vuestra le estrecha la mano y le da las gracias por soportar a su hija y que cada vez que se encuentra con un noviete le estrecha la mano en señal de pésame y empieza a contarle lo que hice una vez, en París, hace dos mil años... ¿Cómo no me voy a enfadar, Mamá? ¡Me estaba comprando el gorro del verano!!! ¡El gorro del verano! ¿Acaso yo te interrumpo cuando estás escribiendo las intimidades de la familia???? Bueno, pues para zanjar el asunto y que quede claro para siempre que soy un angelito, me he comprado estos pendientes, unas diminutas alitas de plata (en la pésima segunda foto se ve, o más bien, no se ve, lo diminutos que son. Creo que esa es parte de su gracia). Aunque después de comprarlos, me entraron dudas, tal vez hubiese debido comprar los de la tercera foto... No sé, no sé...

miércoles, 8 de febrero de 2012

El adiestrador de perros


Mis vecinos han contratado a un profesor de comportamiento para Monty, su perro, un dálmata chiflado y encantador (ya os dije que vivo en un barrio muy chic, los niños van en patinete gritando por entre los coches, pero los perros tienen profes de buenas maneras). En fin. Ayer por la tarde, Rosa, la vecina, llama al interfono:
-Milena, ¿te acuerdas de que te dije que habíamos contratado a un adiestrador de perros?
-Sí, sí, ya me acuerdo!!!! Me dijiste que te cobraba un pastón y que parecía un fiasco.
Silencio.
-Bueno, pues está aquí conmigo...
Silencio mío. (Dios, Dios, Dios, Dios, Dios, Dios!!!!!!!)
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaah... Genial.
-¿Puedes bajar con Héctor, para que Xavi, nuestro maravilloso y espléndido adiestrador, vea cómo se comporta el perro con el niño?
Mi hijo pequeño le tiene un poco de miedo a Monty porque le ladra y le salta encima todo el rato. Nada grave.
-Claaaaaaaaaaaro. Encantada. Encantadísima. Yo...los adiestradores...en fin...soy una gran defensora de los adiestradores...de todo tipo...igual cuando acabe con Monty puede empezar con mis hijos. Jajajajja.
Silencio sepulcral.
-¿Puedes bajar, por favor?
- Vaaaaaaaaaale.
Arranco a mi hijo de delante del televisor. No le hace mucha ilusión que le utilicemos de cebo para que el profesor vea qué hace el perro cuando se porta mal.
Entramos en casa de los vecinos, todos los miembros de la familia (el padre, la madre, las dos hijas y el hijo) llevan una bolsita de plástico en la mano con pedacitos minúsculos de salchicha dentro (el adiestrador también) y se los van dando a Monty mientras le dan instrucciones que el perro sigue religiosamente.
El perro ve entrar a Héctor y casi ni le mira. Está claro que las salchichas le interesan mucho más.
-Es que es un adiestrador buenííííííísimo -dice la madre.
-Sí, parece genial. ¿Pero no te preocupa que el perro se engorde mucho si todos le dais salchicha todo el rato? ¿Os es salchicha light? -digo mirando al adiestrador (que by the way, es un chico muy guapo) con mi cara de inspector Gadget.
El adiestrador me mira con cara rara. Y Rosa rie nerviosa.
-¡Ooooh! Es una técnica genial -le digo al adiestrador con mi mejor sonrisa seductora, para intentar arreglar el desaguisado-. Ya la conocía, yo hago lo mismo con mis hijos y los huevos kinder. Siempre funciona.
Y me voy, satisfecha conmigo misma, contenta por haber arreglado la situación. Es que cuando una tiene dotes diplomáticas...

PS. En la foto, el maravilloso Cary Grant, que no tiene nada que ver con la entrada de hoy.



lunes, 6 de febrero de 2012

El Zensexy



Hay dos opciones de pantalones para este verano, o así lo veo yo. Una es el pantalón un poco ancho, un poco caído, un poco remangado (los tobillos femeninos son esenciales, siempre), con un aire levemente masculino, suuuuper relajado, tipo: "soy sexy y cool incluso con un pantalón que parece el pijama de mi abuelo". Y la otra es un pantalón que no sé cómo llamarlo: es más corto que un tobillero y un poco más largo que un pirata. Los tobillos siguen estando al aire, es un poco más ajustado pero también muy blando (algodón 100%), y es de color rosa (este año no vamos a poder sobrevivir sin un pantalón rosa, sin algo rosa. El rosa es todo un tema, hablaremos de ello proximamente), tipo: "Soy una chica guay, pero soy una chica, no lo olvides, me gustan los besitos." El ambiente general será muuuuy relajado, tipo: "Ya que estamos todos arruinados, vamos a intentar ser felices" o, lo que es lo mismo: "Hakuna matata. Vive y sé feliz. Ningún problema debe hacerte sufrir", del Rey León, un pozo inagotable de sabiduría. O sea, vamos a intentar ser zen y sexys a la vez. Esa es la tendencia de la temporada: el zensexy. ¿Alguien se apunta?

jueves, 2 de febrero de 2012

La belleza que duele







El otro día, Soldner comentó que había tenido a Linda Evangelista al lado y que "mirarla duele" y pensé que tenía razón: hay bellezas que duelen, bellezas afiladas como cuchillos, de otro planeta, irreales, un poco incomprensibles, imposibles, raras de tan perfectas, ambiguas (con una sensualidad ensimismada, poco carnal), de una elegancia y frialdad alucinantes, auténticas obras de arte (sí, hay personas que son obras de arte, y hay muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuchas obras de arte que no son obras de arte). Son bellezas sumamente frágiles, bellezas de cristal, que suelen desvanecerse pronto, no aguantan el roce con la realidad, con nuestra fealdad, con la tierra. Visconti era un gran experto en ese tipo de belleza que duele (creo que incluso les debe doler a ellos). Y sin embargo, si me hacéis elegir entre una belleza que duele y una belleza que mata, yo me quedaré siempre con la belleza que mata. La belleza que mata: Visconti con su nariz de boxeador, sus ojos tenebrosos, la mirada chulesca y romántica, el ceño fruncido (no parece un hombre con mucha paciencia para las tonterías), el cigarrillo colgando, los labios de hombre (casi sin labio superior, como debe ser -dice esta pobre loca que tiene teorías para todo-). Una cabeza de toro. Para morirse.