martes, 29 de noviembre de 2011

Las gafas de sol


El otro día, hablaba de perfumes y complementos, y olvidé mencionar las gafas de sol, seguramente el complemento más importante de todos, tanto para hombres como para mujeres. Si tuviese que elegir un solo elemento que proporcionase glamour, belleza y misterio de forma instantánea, sin duda serían las gafas de sol. Las gafas de sol protegen y a la vez distancian del mundo, ponen una pared (de cristal, transparente) entre nosotros (y lo más vulnerable -y poderoso- que tenemos: nuestra mirada) y los demás. La velan. La disimulan. La oscurecen. Y abren la puerta de las infinitas posibilidades. De los pozos sin fondo. Por eso nos gustan tanto. Nos permiten jugar (mucho más que los bolsos, los zapatos, etc), y en realidad, jugar es lo único que importa. En este momento, llevo unas enormes de Chanel (las de la primera foto) con las que parezco una mosca, pero que me encantan. En Zara tienen las mismas. La segunda foto es de Alain Delon, un hombre tan guapo que parece que lleve gafas de sol incluso cuando no las lleva, incluso cuando está haciendo la siesta.
Bueno, me marcho corriendo a Madrid para hacer una foto navideña. Ya os contaré...
Feliz martes, queridos míos.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Mi complemento favorito

De todos los complementos, el perfume es mi favorito. Más que los bolsos (un capazo de paja es a veces lo más elegante del mundo, y las manos en los bolsillos son siempre lo más elegante del mundo), más que los zapatos (es mucho más importante la forma de caminar y de moverse que lo que se lleva en los pies. Hay gente a la que reconozco antes de verla, simplemente por sus andares), más que las joyas y los relojes (nadie está más guapo por un reloj. De hecho, los hombres con relojes muy caros me dan un poco de mal rollo, es como llevar un porsche atado a la muñeca, y si ya me parece de un gusto muy dudoso conducir un porsche, imaginad lo que pienso de los que lo llevan incorporado, no, no, no, no, prefiero mil veces a un tío con un swatch de dos pesetas). En cambio las mujeres sí, con relojes caros y un poco masculinos. O con nada y siempre tarde, como yo.
En fin, que podría vivir sin bolso (con un hombre al lado que me prestase sus bolsillos), descalza y sin reloj. Pero me costaría renunciar al placer y la alegría que dan los perfumes. (Aunque tampoco me gustan nada los hombres que se perfuman. Soy una jodida maniática. Ya). En este momento, alterno Bois des Îles (el perfume de mi vida), con Eau de Guerlain, Histoire d'Eau, Après l'Ondée y Island Lavender. Un auténtico banquete.
Feliz domingo, queridos.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Los vicios inconfesables

He vuelto a recaer. Sí, es un drama, ya lo sé. Pero no pude evitarlo. Creedme. Llegué a casa con los pies mojados, abrí el armario y allí estaban. Mis Ugg. Color caramelo, mullidas, cálidas, con los brazos abiertos. ¿Qué iba a hacer? Sumergí el pie dentro, lentamente y sucumbí al instante. "Mmmmmmmm. No quiero volver a sacar los pies de aquí hasta que llegue la primavera.", pensé, mientras miraba de reojo mis maravillosos tacones Lanvin. Total: he empezado a llevar una doble vida. Llevo las Ugg hasta la mismísima frontera de mi vida íntima, y a partir de ahí me pongo los tacones (siempre, siempre, sin medias ni calcetines). Los llevo en una bolsita de plástico y antes de bajar del coche, me los pongo. El resto del tiempo llevo las Ugg (también sin calcetines, claro, tengo fobia a los calcetines). O sea: las Ugg por casa, por el barrio, para perseguir jabalíes. Y los Lanvin para fuera de casa, para fuera del barrio y para perseguir otras cosas. Mi vida es muy complicada.
Feliz jueves, queridos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Lo único que una mujer necesita

He decidido que, en realidad, la única prenda de vestir que todas las mujeres necesitamos, es una buena americana. Y cuando digo buena, me refiero a buena de verdad (de las que hacen que nos llame el tío del banco para preguntar si nos han robado la tarjeta de crédito). La americana es estructuralmente una de las prendas más difíciles de realizar, es casi una pieza arquitectónica (lo sabía Coco Chanel, lo sabía el duque de Windsor, lo sabe Stella). Necesita un buen sastre, un buen diseño, un buen material. Aquí no valen Zara ni similares. Ni siquiera valen Isabel Marant y compañía. Es una prenda que admite pocas tonterías y poco broma. Pero que nos saca de todos los apuros, que dignifica cualquier cosa (sí, incluso un pantalón con estampado de leopardo o una mini falda dorada) y que se puede llevar con absolutamente todo. Es el camino más corto y más cómodo que yo conozco hacia la elegancia. Y si no, preguntádselo a ellos.
Feliz lunes, queridos.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Los amores eternos

Y después de dar muchas, pero que muchas, vueltas (y de gastar muchos, pero que muchos, euros), un día, nos compramos un bolso sin reflexionar demasiado, sencillamente porque tiene un 75% de descuento, y en la pantalla del ordenador parece bonito y se acerca la Navidad y si no nos lo quedamos nosotras, seguro que a alguna amiga le servirá, y si no lo devolveremos y etc, etc... Y no tiene ni flecos plateados, ni pompones, ni estampado de leopardo, ni nada. Es un bolso de cuero marrón, sin ninguna pretensión más que la perfección absoluta (la única pretensión interesante), sin dorados, sin ornamentos, sin herrajes. Un bolso de cuero marrón que no pretende seducir. Un bolso que nos habla de tú a tú. Un bolso de una honestidad absoluta (hay ropa y bolsos deshonestos, ¿sabéis?). Un bolso atemporal porque podría tener diez años y porque, tal vez, quién sabe, este sí sea para toda la vida.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La litri

Además de ser un poco macarra en mis ratos libres, también soy una cursi (sí, tal vez sea una combinación extraña, pero ya sabéis que todos somos muchos). De pequeña, todos los hijos de los amigos de mi madre eran chicos, y mientras ellos construían naves espaciales para ir a la luna en el salón de Cadaqués, yo les observaba desde un rincón, mientras vestía y desvestía a mis muñecas y elucubraba trastadas para fastidiarles (siempre conseguía que les castigaran...). Una vez que intenté jugar a pilla pilla con ellos, Oscar (que estaba en mi equipo) me dio una palmada en la mano (la señal de que tenía que salir disparada) y me rompió el meñique. Me pusieron el apodo de "la fifilonga", fifi para abreviar.  "¡Fifi, eres una fifi!" me decían. Por otro lado, mi tata me llamaba "la litri"(que quería decir lo mismo), mientras me cosía camisones maravillosos llenos de lazos y encaje. Así que es logiquísimo que me gusten estos zapatos de charol rosa. ¿No?

lunes, 14 de noviembre de 2011

Las macarradas de Milena

                                                     El bolso Bo Derek


Bo Derek in person

Creo que voy a hacer una sección que se llamará "El rincón de Milena, la macarra" o "Las macarradas de Milena", donde iré poniendo mis deslices y desvaríos estilísticos. Esas prendas o complementos que, a pesar de no ser demasiado mi estilo y de suponer un desafío al buen gusto (y a pesar de hacer que las Hepburn, Katharine y Audrey, patronas de este blog, se revuelvan en su tumba), sienten una atracción irresistiblemente hacia mí y no cesan en su empeño hasta que me hacen suya. La falda de cuero dorado, las deportivas de plataforma, la chaquetilla de lentejuelas, la chaqueta de leopardo fucsia y un laaaaargo etcétera, que ya os iré contando... Prendas que me hacen cosquillas y que hacen que me relama, desvaríos que a veces se convierten en iluminaciones y desvaríos que se quedan en el fondo del armario hasta que son dados en adopción. En fín, os presento al último, he decidido llamarle "el bolso Bo Derek" por su enorme parecido con la hermosas actriz de mi infancia. Fue ver esos flecos plateados y pensar en las trenzas de Bo balanceándose al ritmo de sus zancadas, y empezar a sentir un extraño cosquilleo en los dedos y la necesidad de juguetear ya con esos hilos de plata. Mi pequeño Bo. Te necesito. Lo vamos a pasar taaaaaan bien.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Los botes de salvamento




Dos de mis looks favoritos de este año. El primero es de Kate Moss el día antes de su boda, el segundo es de Angelina Jolie hace un par de días en Vietnam. Veo estas fotos y me pongo de buen humor, me digo que todavía hay esperanza (y os aseguro que cuando veo el careto de nuestro próximo presidente no me es fácil mantener el ánimo, voy a necesitar mucho yoga...). La elegancia (una palabra que no me gusta demasiado, me parece bastante antipática, rígida, elitista y estirada) es la pulcritud, la sencillez, la precisión (sí, sobre todo la precisión, una de mis palabras favoritas), pero también el desparrame, lo improbable, la locura y la libertad, que nos apropiamos de vez en cuando y transformamos en un atuendo (y en muchas otras cosas, en los juegos que jugamos con nuestros hijos tirados en la alfombra, en las historias que les contamos y nos contamos, en todos los saltos sin red y con los ojos cerrados, que, en un momento dado, decidimos dar). Entonces, la elegancia (que hasta cierto punto se puede comprar: un buen peluquero, un buen traje, unos zapatos... no es verdad que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Os aseguro que una mona vestida de Armani es otra cosa) se transforma en estilo. Deja atrás las reglas y las imposiciones y se vuelve un reflejo fiel de quien somos, una traducción exacta de un estado de ánimo, de un momento. Cuando se logra eso es genial. El vestido vintage de Kate Moss, poético (alcanzar la poesía con la ropa es casi tarea imposible), perfecto, las botas azules, que son para caerse al suelo de alucinantes. El vestido de seda asimétrico de Anjelina Jolie, para salir a pasear por Vietnam!!!!!! es una locura y sin embargo funciona, es maravilloso. Y las uñas rojo amapola. Dos vestidos como dos botes de salvamento.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Mi pantalón de yoga nuevo

El único deporte que practico con cierta asiduidad es el yoga. Hace muchos años que hago y he pasado por un montón de escuelas. Empecé en Londres, a los veinte años, en el gimnasio de la universidad. Las clases me sentaban tan bien (a pesar de no entender la mitad de las cosas que decía la profesora) que al salir, me fumaba un paquete de cigarrillos entero (era en la época en la que todavía se fumaba, a looooooong time ago). La última escuela a la que fui, la dejé el día en que la profesora decidió hacer ejercicios en pareja. Me tocó el único chico de la clase (nos emparejaban por estatura), un tío con perilla, una especie de cresta trenzada en medio de la cabeza, un tatuaje místico (no una tía en bolas, noooooo, un signo que debía significar algo sobre la paz en el mundo, etc), pinta de espiritual, pantalones harem... enfín... ya me entendéis... Al final de la clase, nos hicieron poner la mano sobre el corazón de la pareja y cantar una canción mirándonos a los ojos. ¿Y qué queréis que os diga? Me pareció todo demasiado íntimo. No tengo ganas de que un desconocido me ponga la mano encima del corazón (y de lo que hay encima del corazón) y me mire a los ojos mientras me canta una cancioncilla, por muy místico y espiritual que sea. Tampoco disfruté especialmente del ejercicio en el que se sentaba encima de mi columna vertebral (o sea, su trasero encima de mi delicadísima y refinadísima columna vertebral) y casi me la parte. Al acabar la clase, me dijo que tenía unos ojos muy bonitos. No volví a pisar la escuela. En fin, mañana empiezo en otra escuela. Me he comprado los pantalones de yoga menos espirituales que he encontrado (¡¡¡¡¡¡de leopardo!!!!!! ¡¡¡¡geniales!!!) para que esta vez no haya malentendidos y no me tomen por una mística a la que se le puede poner la mano sobre el corazón sin que les dé un tortazo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿Cómo vestirse de hombre?

Encuentro esta foto de John Wayne con este look tan improbable. John Wayne es uno de mis ídolos, y "La diligencia", una de mis películas. Durante muchos años, pensé que mi padre era clavado a él, de hecho, lo sigo pensando. Y supongo que de esos tres tomos sobre la virilidad que os decía el otro día, al menos uno, está dedicado a Wayne. La foto. Bueno. ¿Qué queréis que os diga? Tal vez no sea un look muy acertado, pero se nota que el tío se lo ha currado. Y hay algo enternecedor en eso, en un tío que se lo curra. Un tío que intenta hacer algo con su aspecto. Sea o no sea un intento fallido (en este caso es un disparate maravilloso: la camisa, las alpargatas, el bolso, el pantalón, el sombrero, ¡nada tiene desperdicio!). Seas o no seas John Wayne. La lucha contra la fealdad generalizada (y la que nos espera) empieza por uno mismo.
Feliz miércoles.

lunes, 7 de noviembre de 2011

And the winner is...

La braga


Hace 150 años, tuve un novio motorista. Para mí, lo más memorable de la relación, fue el día en que exclamó: "Mierda, me he olvidado la braga, ¡y con la rasca que hace hoy!" Primero fingí que no le había oído (una buena técnica que empecé a utilizar en la adolescencia con los novios, y que hoy en día utilizo, con gran éxito, con mis hijos y mi madre), pero al cabo de un rato, pudo más la curiosidad, y le pregunté, con cierta aprensión: "¿Qué es eso que has dicho que te has olvidado?" Entonces me contó que una braga era el cuello de tejido anti viento y anti no sé qué, que se ponían los motoristas para protegerse el cuello e incluso la nariz, una especie de bufanda cosida por los extremos que se pasa por la cabeza.
Pues bien, esa prenda de nombre tan inadecuado e innombrable, ha pasado al mundo de la moda. Y me gusta. Mucho. Es una de esas prendas con las que se puede jugar. Conserva el aire sexy de algunos motoristas "on the go", permite estar tapada y destapada a la vez (se puede poner encima de una camiseta o de algo muy liviano), permite jugar con el pelo, se desparrama un poco, se puede subir más o menos, incluso de puede convertir en una capucha (me pirran las capuchas, yo soy como Caperucita, pero en lista). En fin, que necesito una braga. Ya.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Hoy en SMODA

Queridos míos:
Hoy publico en la última página de SMODA un artículo sobre la minifalda de cuero, a favor, of course...
Feliz sábado.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Los topos

                                                     Mis flores

                                                     Mis cuadros

                                                     Mis topos

Buenos, queridas, supongo que a estas alturas todas, absolutamente todas, tenéis una camisa de topos, de seda preferiblemente. Pero bueno, como yo llego siempre tarde a casi todo (física y mentalmente), hoy os hablaré de ellos. De topos, no de tíos, por una vez, "¡uuuuf!" desde aquí oigo los suspiros de alivio... Aunque hoy he leído algo muy interesante: se acaba de publicar un libro en Francia sobre la virilidad, que dice que todas las generaciones han considerado que la anterior era más viril. Es curioso. ¿No? Me compraría el libro si no fuera porque me he gastado todo el dinero del mes en las botas...
Bueno, los topos. A mí me han resuelto el gran dilema entre flores y cuadros.
Las flores me encantan, las de verdad (acabo de cambiar de florista y la nueva tiene unas rosas antiguas que me hacen muy feliz), las estampadas (en mantas, cojines, tazas, platos, sofás, en todas partes). Sin embargo, pasado los 10 años, es un estampado difícil de llevar. Siempre que me pruebo algo de flores, se me escapa la risa al verme en el espejo. La precisión y la pulcritud, dos de las características que más me gustan en la moda (y en todo) concuerdan mal con la ropa de flores.
Los cuadros son más fáciles y me gustan mucho (tengo un montón de camisas de cuadros), pero me he cansado un poco de ellos, es un estampado sumamente masculino, de hecho, es una forma muy masculina y, salvo en contadas ocasiones, no tengo ganas de parecer un leñador.
Pues bien, yo creo que los topos son el término medio entre las flores y los cuadros, son femeninos sin ser cursis, son rigurosos sin ser estrictos o masculinos. Tienen algo juguetón, son sutiles y le quedan bien a todo el mundo. A mí me gustan pequeños y sobre seda.
Bueno, me voy a trabajar, a ver si me recupero de la ruina de las botas y me compro los 3 volúmenes (¡¡¡¡¡¡¡¡3!!!!!!!!!!!) sobre la virilidad.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Las botas perfectas

                                              




He encontrado las botas perfectas. Ha sido un auténtico calvario. A quien adivine qué botas son, le invito a cenar.
Feliz fin de semana.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cinco veces

     Almuerzo con mis amigas. De repente, E., que prefiere guardar el anonimato porque dice que su reputación ya está bastante socavada, dice:
     -Mi ex me dijo el otro día que está muy contento con su nueva novia porque aunque la chica no tiene tanta imaginación como yo, se corre 5 veces cada noche.
     -¡¡¡IMPOSIBLE!!! -gritamos todas al unísono, muertas de risa.
E., que es la más analítica de nosotras, ignora nuestras carcajadas y prosigue:
     -Eso significa que ella miente. Me parece increíble. ¿A quién se le ocurre mentir sobre algo así? -Y nos mira con sus ojos de Bambi.
     Silencio sepulcral. Yo me miro las uñas intensamente, Clara otea el horizonte de su gigantesco salón, Teresa revuelve en su bolso.
     -¡No me digais que vosotras también mentís!!!!!
Yo digo, tímidamente:
    -Hombre, todo el mundo ha mentido alguna vez, ¿no? Si el tío es un torpe...
Clara dice:
    -Yo miento una vez por educación, pero al día siguiente pido el divorcio, que con estas cosas no se juega.
Y Teresa (que es muy maternal), añade:
     -Bueno, es que los chicos, pobres, hay que animarlos, hacen lo que pueden...
E., indignada, exclama:
    -¿Sabéis lo que esto significa para las que no mentimos como bellacas? ¡Sois muy poco solidarias! ¡Muy poco solidarias!
Nos echamos a reír.
     -Lo digo en serio, las tías dicen que se corren 5 veces, y claro, ellos se lo creen...
    -Ah, sí, ellos, en el terreno sexual, se lo creen todo, son como niños -añade Teresa, la experta en niños-. Le dices a un calvo gordo que es igualito a Robert Redford y él se lo cree encantado de la vida.
    Le pregunto a E.:
     -¿Y entonces qué les dices, querida?
     -Les digo: "Mira, Pepe, me lo he pasado pipa, pero no me he corrido".
    Todas brindamos con E. por su solidaridad y honestidad y le prometemos no decirle nunca más a un calvo gordo y bizco que se parece a Brad Pitt.
     Y esta es mi contribución a la causa de la honestidad sexual: chicos, si una mujer os dice que se ha corrido cinco veces en una noche, MIENTE. SEGURO. MIENTE. 100% SEGURO. ¿Y si os dice tres veces?...bueno...ejem... ¿E., qué opinas?
La foto de hoy: Jessica Lange, la mujer más sexy del mundo, en "El cartero siempre llama dos veces".