lunes, 31 de octubre de 2011

Los ramalazos

Vivo dividida entre mis orígenes cultos, barceloneses, discretos y bla, bla, bla, bla, bla y los ramalazos macarras y folclóricos que me dan de vez en cuando. O sea, puedo pasar de Audrey Hepburn y Catherine Hepburn a Lola Flores y la duquesa de Alba en un plis plas. De hecho, cada vez que veo algo dorado o que brilla,  pierdo el mundo de vista (me encaaaaaaaaaaaanta perder el mundo de vista, nunca dejo pasar la oportunidad). Anyway, normalmente, están ahí mis amigas para sujetarme y decirme: "No, Milena, no, estos zapatos dorados con plataforma de 12 cm no te los pondrás." O "No Milena no, este jersey de lurex a rayas burdeos y plateadas, aunque sea de Isabel Marant, no es para ti." Pero claro, mis amigas no pueden dedicar todo el día a prevenir mis despropósitos, y además, están las compras por internet, cuando estoy sola delante del ordenador, fantaseando trabajando. Así que era solo una cuestión de tiempo el que me comprara una chaqueta de lentejuelas. Y el otro día, en la tienda de saldos por internet a la que me he vuelto adicta (totalmente adicta, os he de hablar de ello, sufro muchísimo...), encontré esta maravillosa chaquetilla negra de lentejuelas, precio de saldo, forrada de seda para que las lentejuelas no molesten, brillante, reluciente y rutilante. Me la pienso poner como si fuese una chaqueta tejana, sin ninguna parafernalia. ¿Qué os parece? ¿Se quedará intacta en el armario hasta dentro de seis meses para luego pasar a otro armario (cada seis meses hago limpieza de armario y lo que no me he puesto en ese tiempo lo doy)? ¿O me convertiré en la tía loca con la chaqueta de lentejuelas y los vaqueros?

viernes, 28 de octubre de 2011

¿En qué momento exactamente se volvió todo tan feo?




Maravillosas portadas antiguas de Playboy (sí, estoy a favor de la pornografía, claro. No, no estoy a favor de los modernillos anticuados y feos que la defienden. Y sí, estoy a favor de las mujeres -y de los hombres- que luchan contra la vejación de las otras mujeres, sean o no sean feos). Anyway, pues me pongo a mirar estas hermosas portadas y se me cae el alma a los pies. ¿Cómo se pasa de esto a las calamidades que hoy en día invaden los quioscos y sobre todo internet? ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo? ¿En qué momento se fastidió el invento? ¿Por qué? Me revuelvo en mi momento histórico. En la crisis económica de la que todo el mundo habla y en la crisis estética de la que casi nadie habla, pero que también se está llevando -y ya se ha llevado- muchas cosas por delante. Estoy empezando a sonar como una abuelita, ¿verdad? Pues bueno, ahora que ya he ojeado unos cuantos playboys de mi juventud y me he puesto contenta, me voy a hornear una tarta de manzana para los nietos.
Feliz fin de semana, queridos.

jueves, 27 de octubre de 2011

La camiseta perfecta


Esta mañana, en Cos, la camiseta perfecta, otra vez. Me compré la misma el año pasado, por duplicado, una en color crudo y la otra negra. Rezaba para que las volviesen a editar este año. Y lo han hecho, en negro y en un beige empolvado casi clavado al color de la piel. Son de punto de seda. Más delgadas que el papel de fumar. Ligeramente transparentes. Del largo perfecto. Y nada caras. Yo, que detesto abrigarme demasiado (soy claustrofóbica en todos los sentidos posibles de la palabra), en otoño e invierno me las pongo debajo de todo. Me ponen de buen humor a mí y a los que las ven. Son sutiles, sugerentes, acariciantes, cosquilleantes y útiles. A veces, me las pongo para dormir, es casi casi como no llevar nada, pero llevando algo, algo que, por una vez, es mejor que nada. Bueno, me estoy liando, pero ya me entendéis. Me he comprado cuatro, dos de cada color. La chica de la caja me ha dicho que estaba esperando a cobrar para hacerse con ella. La mujer que estaba detrás mío ha dejado la cola para ir a buscar una. Es una prenda hecha para hacer feliz. Sería de tontos resistirse.

lunes, 24 de octubre de 2011

¿Cómo vestirse para un jabalí?

Vivo en una calle super residencial de Barcelona (pero a diez minutos en metro del centro) por donde pasean jabalíes. Ayer por la noche, cuando regresaba de hacer la compra, me topé con uno (el primero de mi vida, yo solo había visto jabalíes en Asterix, donde parecían seres inofensivos, pero no), más grande que una vaca con las patas cortadas, que me miraba fijamente. Me pegué un susto morrocotudo, pero mantuve la compostura. Pensé que si tiraba las bolsas por los aires y salía corriendo, me tocaría volver a salir porque algo tenían que cenar los niños. Así que me agarré con fuerza a las bolsas y aceleré el paso, preguntándome si los jabalíes atacaban a los humanos y si me perseguiría. Pero cuando me di la vuelta, ya no estaba. Al llegar a casa, mi vecino estaba plantando flores en la entrada (tenemos una vida nocturna muy animada) y le conté que me acababa de asaltar un jabalí y que estaba viva de puro milagro. Sin dejar de plantar, ni manifestar ninguna alegría especial porque su vecina no hubiese perecido, me dijo que aquello estaba lleno de jabalíes y que él, cada noche, cuando salía a pasear al perro, se encontraba con algunos. Y me enseñó un montón de fotos de jabalíes del barrio requetepijo donde vivo. No he podido pegar ojo. Esto lo cambia todo. Si vivo en un sitio donde hay animales salvajes sueltos, he de cambiar todo mi vestuario. Empezar de cero. ¿Cómo se viste una chica que vive entre bestias? ¿Estilo granjera? ¿Estilo Pocahontas (¿veis? al final las Quoddys resultarán haber sido una buena compra)? ¿Estilo cavernícola? Yo, que siempre pensé que moriría atropellada o asesinada por un ex, resulta que acabaré destripada por un jabalí. Realmente, la vida te puede cambiar en un instante.

sábado, 22 de octubre de 2011

¿Qué queremos las mujeres?



Lo de que las mujeres somos complicadas, incomprensibles, misteriosas, cambiantes, etc, es una leyenda urbana. Creo que es algo que se inventaron los tíos para no darnos lo que necesitamos: hacer ver que no lo entienden. Anyway, como hoy es sábado y estoy de buen humor porque por fin voy a salir a la calle con mi tabardo nuevo (la perfección absoluta y me costo dos pesetas, el lunes os lo enseño), os voy a dar la solución. Las mujeres queremos:
-O bien, el alma de esta fotografía de un anuncio de Burberry de los años 60. O sea: su hombro, su nariz, su cara de hombre de verdad (un hombre al que el primer golpe de viento no tirará al suelo), el jersey de pico, la chaqueta de tweed, la corbata discreta (el hombre que no sabe que una corbata es una soga y que mejor llevarla discreta, es que no sabe nada), la gabardina por encima de nuestras cabezas y su rostro vuelvo hacia nosotras (eso es muy importante). Y la sombría campiña inglesa, el cielo proceloso y el perro pastor observando algo. Y la intimidad.
-O bien, el diamante Taylor-Burton. (En la foto, el diamante expuesto en el escaparate de la tienda Cartier de Nueva York, donde estuvo unos días, antes de que Richard Burton lo fuese a recoger).
No es tan difícil, ¿no?
Bueno, me voy al zoo.
Feliz fin de semana.

jueves, 20 de octubre de 2011

Sole, mon amour

Querido Sole: casi no nos conocemos, solo te he tocado en una ocasión (se me puso la carne de gallina), pero te veo al lado del guarda de seguridad cada vez que entro en la tienda para cuya marca trabajo, te miro de reojo y te rondo al acabar las reuniones, te menciono disimuladamente siempre que puedo, hablo de ti con mis amigas, les cuento lo guapo que eres y sueño contigo por las noches. Sí, sí, ya sé, hace menos de un mes que me casé con otro maravilloso miembro de tu familia, pero ya ves, no creo demasiado en la fidelidad, y me he vuelto insaciable... Esto es lo que ocurre cuando una loca de la ropa se pone a trabajar para una marca de ropa... No es solo tu forma, es tu suavidad, tu sutileza, tu elegancia discreta, tu flexibilidad (lo mismo que me gusta en las personas)... y bueno... tus pompones. Yo estoy loca por los pompones, ¿sabes? En Navidad mis hijos me han de sujetar para que no me plantifique uno de esos gorros de papá Noel. Y los tuyos son tan perfectos. Me matan. Resumiendo: creo que estoy enamorada de ti y, a no ser que empieces a hacerme caso pronto, me tendré que ir de copas con el segurata, que a estas alturas, está convencido de que a quien amo es a él...

martes, 18 de octubre de 2011

Dress code para el Barça

El sábado, mi hermano me invitó al fútbol. Pensé que todos sus amigos y conocidos debían de haber caído víctimas de una epidemia o algo así, porque el fútbol me aburre soberanamente, solo me divierten (mucho) los goles de Messi y las ruedas de prensa de Mourinho. Pero el sábado me lo pasé pipa, fue genial. Esto es lo que aprendí:
-Para ir en una moto de gran cilindrada (según Néstor al fútbol se ha de ir en moto) y a toda pastilla, es mejor no ponerse pendientes de clip, se me fueron volando los dos.
-La peña que va al fútbol es más casual que chic.
-Antes de empezar el partido hubo un minuto de silencio por un jugador mayor que se había muerto, y pusieron "El Cant del Ocells". El Camp Nou en silencio impresiona bastante, me pregunté con quién habría que hablar para que hagan lo mismo cuando yo me muera.
-Solo venden cerveza sin alcohol, si te aburre el fútbol, mejor que vengas bebido de casa.
-Hay que comer un bocadillo de butifarra, es la tradición, y cuando se acaba, el papel se tira al suelo. Sí, eso me dijeron, al suelo.
-Las botellas de agua te las dan sin tapón, no sea que te coja un ataque de rabia (yo soy propensa) y se la tires a alguien. Si la botella no tiene tapón, se vaciará antes de llegar a la cabeza del destinatario y no le hará tanto daño. Esto me lo explicó la chica del bar, que añadió: "Nena, tú no vienes mucho al fútbol, ¿verdad?".
-Lo correcto es llevar la camiseta del Barça, mi hermano me dijo que tiene dos pero que estaban sucias.
-Entre los futbolistas, la tendencia son las deportivas fluorescentes. Mi hermano me dijo que las de Messi llevan un chip, que las estrenaba justo ese día. Empecé a sospechar que me estaba tomando el pelo...
-La gente que está sentada a tu alrededor es, durante lo que dura el partido, tu familia. El señor de delante, a pesar de los goles del Barça, se giró varias veces para decirme: "De todos modos, hoy están un poco empanadillos". "Sí, sí", asentí yo con cara de extrema preocupación. Y un viejecito que estaba detrás nuestro, no dejaba de chillarle al arbitro: "Guarro, ets un guarro!!!!"
-La gente no va al fútbol a ligar, debe de ser uno de los únicos lugares en los que se congrega tanta gente y no se liga.
-En vivo, el fútbol gana mucho.
-Cuando el Barça marca un gol, hay que dejar lo que estés haciendo (yo estaba intentando hacerle una foto a Guardiola para mi amiga Eva), sea lo importante que sea, y ponerte de pie a aplaudir.
-Per cert, Eva, francament, me parece que Guardiola lleva la camisa demasiado estrecha, la corbata demasiado estrecha y de funeral y el traje de una tela demasiado liviana. Si hablas con él, dile que se pase por Bel, seguro que le pueden arreglar.
Y una última cuestión, en la que no he podido dejar de pensar desde el sábado:
-¿Alguien sabe qué marca de suavizante utiliza Puyol? Es que cuando corre, su pelo ondea al viento de una manera...

sábado, 15 de octubre de 2011

Las compras equivocadas

La gran noticia del día (a parte de que los indignados se van de paseo y los resistentes nos quedamos en casa) es que me he dado cuenta de que no hay compras equivocadas. Durante mucho tiempo, pensé que las compras equivocadas eran un error de principiante, y que, con el tiempo, uno aprendía a comprar lo que realmente necesitaba, le quedaba bien, era su estilo, iba a llevar. Pues no. Es necesario equivocarse. Forma parte del proceso. Todos los cadáveres que hay en mi armario señalan en una dirección, incluso en los más aberrantes había una intención (que se perdió por el camino, por eso nunca me los puse). Los pantalones lilas de la foto los compré hace un par de años con gran entusiasmo y no me los he puesto ni una sola vez. Y hace dos años, ya sabía que yo no llevo pantalones anchos y que el lila es un color dificilísimo. Supongo que pensé que con unas converse grises viejas (no llevo converse), una camiseta blanca (tampoco llevo camisetas blancas) y una silueta andrógina (que tampoco tengo), quedarían geniales. Y supongo que esta compra me llevó a otra que tal vez sí funcionó. Si apuntásemos la fecha de todo lo que compramos e hiciésemos una lista cronológica, no hay duda de que contaría una historia. En fin, que no equivocarse es de cobardes. Y que si esta tarde se os ocurre que necesitáis un espantoso poncho de rayas con flecos (adoro los pompones y detesto los flecos), por algo será...

miércoles, 12 de octubre de 2011

Las Quoddys (tercera y última parte)...

                                            Mis piernas con tacones


                                              Mis piernas a ras de suelo


...o por qué está bien que las chicas nos subamos a unos tacones de vez en cuando. No creáis que es porque tenga dudas sobre mis maravillosos zapatos nuevos, nooooooooo, nada de eso. Pero últimamente he oído a bastantes amigas comentar que uno de sus objetivos del otoño (a parte de cambiar el mundo, intentar que nuestros hijos adolescentes se duchen y que nuestros hijos pequeños coman) es volver a llevar tacones. Incluso hemos pensado en organizar un grupo de práctica, tipo workshop, los jueves por la tarde. Empezaremos sentaditas e iremos subiendo de nivel: caminar por la calle con zapatos de tacón, llevar las bolsas de Caprabo, el bolso de mano de Loewe y los niños, con zapatos de tacón, bailar con Steve Mcqueen con zapatos de tacón, subir a toda prisa las escaleras de casa con zapatos de tacón porque hay un incendio y hemos de salvar nuestro otro par de zapatos de tacón que nos ha costado un ojo de la cara, etc. En fin, para las que todavía tengan dudas: mirad la foto 1 con zapatos de tacón (no muy alto) y la foto 2 con mis geniales Quoddys. Lo que importa no son los zapatos, son las piernas, y lo que los tacones hacen con las piernas. Capisci? Pues eso, hoy que es fiesta (una fiesta absurda, pero fiesta al fin y al cabo), a practicar. Yo no voy a poder porque tengo muchas cosas que hacer, pero prometo que mañana, o como muy tarde, el fin de semana, empiezo.

martes, 11 de octubre de 2011

I looooove my Quoddys (segunda parte)

Cuando algo (o alguien) te sigue gustando después de haberlo descartado hace más de seis meses, es que hay que replantearse la cuestión, digan lo que digan los que siempre dicen cosas. Eso me ha ocurrido a mí con las Quoddys, esos zapatos que os enseñé hace muuuuuucho tiempo y que casi todo el mundo coincidió en que eran espantosos. Pues no, son maravillosos. En serio. Me los compré ayer y estoy loca de amor. Sí, tal vez no sean los zapatos más sexys del mundo. Tal vez sean un poco "rústicos", por decirlo de algún modo. Pero son de un azul marino (mi color favorito) maravilloso, con un toque de magenta si se ponen al sol. Son comodísimos: tienen una suela como abombada, con la que seguramente me romperé la crisma, pero que es gustosa, me siento como una astronauta. Y dicen que están hechos a mano (y las desiguales puntadas hacen que me lo crea y que me imagine a un viejecito, tipo Gepetto, con gafas redonditas en la punta de la nariz, haciendo mis zapatos). Y son un poco hippys (como yo, aunque todo el mundo se muera de risa cuando lo digo) y super cools (¿sabéis esas prendas que en cuanto te las pones te hacen sentir más guay? Pues eso). Y tienen hebilla (detesto la cremalleras pero me encantan las hebillas) y lo más importante (también con las personas): tengo la sensación de que me van a llevar al sol y al mar y al Cadaqués de mi infancia. ¿Qué más se puede pedir de unos zapatos? ¿Eh?

domingo, 9 de octubre de 2011

Cómo capear la capa



Hoy, en honor a Steve Jobs, he limpiado mi mac. Lo he hecho con KH-7, mi producto de limpieza favorito. La última vez que limpié mi mac lo hice con tanto ímpetu (y con tanto flish flish), que me lo cargué. Hoy, de momento, todavía funciona. Es que una vez empiezas a ver manchas y polvo, estás perdido... pasa lo mismo con las personas. De todas formas, mientras escribo esto, me estoy comiendo una ensaimada, así que no creo que siga impoluto mucho rato. En fin, hoy os quería hablar de las capas. No sé si las amo o las odio (como me pasa con algunas personas muy queridas). Superman lleva capa, Caperucita también, y yo, desde hace unos días, me pregunto una y otra vez si debo unirme a ese grupo. Superman no está mal, pero la capa tiene pinta de ser de licra y la licra no me gusta, Caperucita es rematadamente tonta, pero su capa tiene capucha (me encantan las capuchas) y seguro que es de lana virgen. Por delante, las capas me parecen elegantes, románticas y sexys, pero por detrás, no sé, me hacen pensar a la vez en una monja y en Marichalar (by the way, las capas para hombre, no, en este momento histórico, no, puede que vuelvan a tener sentido, ya veremos, dependerá de lo que pase con los hombres). Y claro, no es ese exactamente el "look" que busco. Creo que, como cada año, acabaré comprando un tabardo azul marino, que hace que me sienta como Humphrey Bogart y que mi madre se lamente de que no utilizo mis "encantos". Pero es que, mamá, entre Humphrey y Caperucita no hay color, la verdad.

jueves, 6 de octubre de 2011

El mundo es sexy

Hoy ha muerto uno de mis creadores favoritos. El hombre que convirtió la tecnología en algo sexy (y sabe Dios que no era tarea fácil). Y yo me inclino ante cualquier persona que vuelva el mundo más sexy. Steve Jobs lo hizo (y la Duquesa de Alba, ayer, no). Solo hace falta haber tenido un ipad entre las manos para entender lo que digo. Steve Jobs sabía, tío listo, que lo único que queremos es tocar. Sí. Tocar. Gracias, señor Jobs.
En la foto, Klaus Kinski, que seguro que también había entendido lo de tocar.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Las arrugas de Stella

Hoy he descubierto esta foto de Stella Tennant y, al verla, he recordado esta otra, de una jovencísima Lauren Bacall, una de mis fotografías favoritas de todos los tiempos. Las dos están fumando, las dos tienen los ojos entornados y ninguna de las dos parece estar para muchas tonterías. Y Stella Tennant, en esta foto de Peter Lindbergh, tiene patas de gallo (como yo). Y está increíble. ¡Qué tía, Stella Tennant! ¡Qué manera extraordinaria de ser mujer! Y Lauren Bacall no tiene los brazos como palillos esqueléticos o ridículamente musculosos, tiene brazos de mujer (como yo). ¡Y los peinados de las dos! ¡El rizo en la nuca de Lauren Bacall! El corte de pelo genial de Stella Tennant. Y el jersey de lana remangado de Lauren Bacall, ¡lo quiero ahora mismo! Y ¿sabéis qué? Creo que voy a volver a empezar a fumar. Nooooooooooo...¡es broma! Mis hijos nunca me dejarían... En fin, viendo estas fotos, creo que podríamos dejar un poco de lado la furiosa carrera contra el tiempo que hemos emprendido casi todos e iniciar una nueva en busca de la gracia, no la de "jajaja" (o también), si no la otra, la de verdad, la de Lauren y Stella, la de las arrugas y los brazos de carne y hueso.
Feliz miércoles, queridos.

sábado, 1 de octubre de 2011

Mi bebé

El jueves me regalaron este maravilloso bolso de Loewe. En la foto parece marrón, pero es negro como el azabache y como los cabellos de Blancanieves (una de mis 10 pelis favoritas). Es un Amazona, como yo, y es un objeto perfecto, no como yo. No puedo dejar de mirarlo ni de tocarlo. Ayer fui a comer con unas amigas y senté al bolso a mi lado, empezamos a charlar como cotorras animadamente y, de repente, una de las chicas exclamó: "Milena, ¿qué demonios estás haciendo?". Yo, sin darme cuenta, había alargado el brazo y estaba acariciando a mi bolso como quien acaricia a un bebé para apaciguarlo, con mucha suavidad y cuidado. "¿Quééééé?" dije yo "Es mi bolso nuevo. Había pensando en sentármelo en el regazo, pero ya sabía que os ibais a meter conmigo, que la envidia es muy mala." Mi bebé no es solo un objeto perfecto, admirablemente hecho (como mis verdaderos bebés, sí, soy una mamma italiana, cuando mi madre, con su educación germánica, viene a visitarnos, alucina), también me hace desear ser mejor persona... estilísticamente hablando quiero decir... o sea: dejar en el armario los vaqueros caídos que llevo cada día (los tengo en tres colores) e intentar ponerme unos pantalones de verdad, tirar las malditas birkenstock mugrientas del verano 2011 y volver a civilizar mis pies, acordarme del anti ojeras y del rímel... en fin, elevar mi look a la altura de mi mítico bebé. Solo hay un problema: ahora por la calle ya nadie me mira a mí, solo miran al bolso...