martes, 27 de septiembre de 2011

La comida y los hombres

No sé si es algo que está ocurriendo a escala mundial, si se limita a la población autóctona o soy yo que me estoy volviendo muy obsesiva, pero desde hace ya algún tiempo, tengo la sensación de que los hombres solo hablan de comida (y los que no hablan constantemente de comida, se han puesto a correr maratones. En serio. ¿No os habéis fijado? La liberación de la mujer ha hecho realmente mucho daño). Tanto a mi padre como a mi abuelo les gustaba mucho comer, pero jamás les oí disertar sobre cocina como se hace ahora. Y ¡¡¡sorpresaaaaaaaaaaa!!!: a ninguna chica le interesa el tema. A ninguna. Tal vez los hombres se conquisten por el estómago, pero os aseguro, niños, que nosotras no. El tema de la comida se ha convertido en lo que era antes el fútbol, solo que más aburrido (no me vayas a comparar futbolistas con cocineros...). Así que yo os digo: ¡Hombres del mundo, salid de los restaurantes y de las cocinas ya! O no salgáis, pero comed con la boca cerrada, please, y antes y después too. Y además, siempre que oigo a un tío hablar demasiado extensa y detalladamente de comida, pienso que es que tiene algún problema sexual. No sé por qué. Bueno, mi gran consejo semanal de esta semana (sí, una nueva sección que inauguro hoy): Chicos, antes de empezar a recitarnos la carta de un restaurante al que no vamos a ir, pensad: ¿Qué haría Steve McQueen? ¿Se pondría a explicar cómo sabe el tempura de humo al aroma de regaliz? ¿Y cómo se hace? ¿Verdad que no? Pues vosotros igual.
¡Ai! ¿Qué harían los hombres sin mi blog?  

sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Hace falta vestirse de seda?

El otro día, después de beber y cotillear comer y filosofar con mi amiga Elisenda, le propuse que me acompañase a trabajar, o sea, de compras. Desde que tengo un blog, ir de compras, una de las cosas que más me gustan en el mundo, se ha convertido en una obligación ( "lo siento, lo siento, me tengo que ir a tal tienda, me dijeron que esta semana les llegarían unos zapatos que necesito ver, ¡qué pereza!" -mientras por dentro estoy bailando la samba- o "¡Ah sí! Es mono, pero lo he comprado básicamente para sacarlo en el blog" -mientras interiormente me pongo roja como un tomate por ser tan mentirosa-). Pero es que ir de tiendas no es solo ir a ver ropa con la intención de comprarla, es estudiarla, pensarla, ver lo que miran y lo que se prueban las otras chicas, escuchar lo que dicen, ver cómo van vestidas, otear el horizonte, y charlar con mis amigas (algunas de las conversación más iluminadoras de mi vida las he tenido mientras ojeaba ropa al lado de alguna de mis compinches). En fin, entramos en Zara. Cuando he bebido (yo con una copa de vino, empiezo a decir tonterías, con dos, empiezo a hacerlas, y con tres, me empieza a dar vueltas la cabeza y me tengo que ir a la cama) intento no entrar en tiendas caras ya que temo que, llevada por el entusiasmo, acabe comprando alguna locura (tipo un vestido con falda de tutú, un bolso con flecos o unas botas de charol por encima de la rodilla), y más si estoy con una amiga. Pero esta vez, en cuanto entramos, vimos estos maravillosos pantalones de seda. Hay una regla muy fácil para no equivocarse comprando en Zara: comprar las prendas de seda y las prendas de cashmere. Suelen ser las de mejor calidad y diseño. Estos pantalones son geniales, caen perfecto y están hechos en una seda maravillosa. Las mujeres solo deberíamos llevar seda y pieles (dice la pobre loca que solo lleva vaqueros y camisas de hombre). Bueno, me voy a trabajar. ¡Uuuf!
Feliz sábado, queridos.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La belleza

Ayer conocí a un hombre increíble, se llama Jean Daniel, es guapísimo, tiene 91 años y es un auténtico dinosaurio (para mí los dinosaurios son una estirpe de hombres extraordinarios que están en vías de extinción -realmente están desapareciendo ante nuestros ojos, no es broma-, ayer el Premio Terenci Moix -sí, queridos, no me paso la vida en Zara, a veces también voy a sitios interesantes- reunió a varios, fue muy emocionante), además de un mito del periodismo. Naturalmente, al cabo de cinco minutos, yo ya le estaba declarando amor eterno, ante la mirada divertida de su esposa. Pues bien, este Hombre, al agradecer el premio, dijo: "La beauté, c'est la valeur qui contient toutes les autres, c'est à dire, la vie". Y habló de preservarla a cualquier precio, y habló de "resistir" más que de "indignarse". Y entonces, no sé muy bien por qué (bueno sí, por lo de la belleza), me vino a la cabeza esta fotografía de Avedon de Charleze Theron.
Pues eso, resistid y resistid.

Feliz fin de semana.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Vestirse de concierto

                                        La chaqueta antes del concierto

Los Manel en concierto

                                           Cadaqués después del concierto


Anoche, en Cadaqués, fui a un concierto de los Manel con mis amigas. Carolina, que está a punto de tener un bebé, llevaba un vestido de flores, que se le ha ido quedando estrecho y cortísimo, y un capazo lleno de bocadillos por si le cogía hambre, que cargaban estoicamente (cada uno por un asa) su novio y el mejor amigo del novio (que por alguna extraña razón, estuvo intentando huir de nosotras todo el fin de semana). Teresa se había vestido de safari ("¿Me dijiste que era un concierto en el campo, no?" me espetó cuando le pregunté cuántos leones tenía pensado cazar) y me enseñó muy orgullosa la riñonera de ante (¡¡¡¡¡sí!!!!!!¡¡¡¡riñonera!!!!) que había traído para la ocasión, "es para poder bailar libremente" me dijo. Hacía veinte años que yo no veía una riñonera, y sigo pensando que deben estar en el "Top 10" de los accesorios más horripilantes. (Sí, Teresa, ho sento, no t'enfadis). Yo había decidido ponerme mi chaqueta nueva de cashmere fucsia con estampado de leopardo (según mis amigas, se me distinguía a tres kilómetros a la redonda, lo cual fue muy útil para no perdernos) y mis tejanos favoritos. También había decidido hacer un montón de fotos del evento, una especie de reportaje para el blog. La segunda foto es de los Manel encima del escenario en pleno frenesí, por decirlo de algún modo. Sí, ya, no se les distingue demasiado bien. También intenté hacer una foto de nosotras tres, y tampoco salió del todo bien: Tere y su riñonera no dejaban de moverse, Carolina comía bocatas con frenesí (del de verdad) mientras aplaudía y agitaba los brazos, y yo estaba un poquito estresada pensando que, con tanto movimiento, en cualquier momento saldría disparado un chorro de mostaza o un trozo de salchicha de su bocadillo y, si yo no lograba esquivarlo, aterrizaría en mi chaqueta nueva. Fue un concierto genial. Aunque tal vez hubiese sido mejor ponerse una camiseta negra.  

jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Podemos rearmanizarnos?

Tengo la extraña sensación (me encantan las extrañas sensaciones y detesto las sensaciones extrañas) de que se va a volver a llevar la ropa de Armani. A mí siempre me ha atraído más la idea de la sastrería inglesa que la de la alta costura francesa. La una se basa en la sobriedad masculina  y la otra en los fuegos de artificio femeninos. La una a penas cambia, la otra tiene la obligación de cambiar cada tres meses. La una es trabajo de artesanos y la otra es trabajo de genios (y de artesanos, of course). La historia de la moda es esencialmente la historia de la moda femenina, ningún diseñador de ropa de hombre ha cambiado el mundo (como lo hicieron Chanel o YSL, por ejemplo). Anyway, me acabo de comprar por dos pesetas un abrigo que me recuerda vagamente a un Armani, por el corte estrecho y largo y suavemente masculino, por el color, por la fluidez estructurada, por la tela, por la precisión, por la falta de charlatanería. (No os fijéis mucho en el estilismo de la foto, debajo llevaba el camisón, he hecho la foto a las 7 de la mañana antes de que se despertaran los niños...). Hace años que no entro en una tienda de Armani. Recuerdo que gasté mi primer sueldo en una chaqueta de pana marrón con coderas (¡ooooooh, las coderas!) de Emporio Armani. En aquella época Armani era dios. Pues bien, el otro día, pasé por la nueva Emporio Armani de Paseo de Gracia y tuve ganas de probarme todo lo que había en el escaparate, y pensé que sin haber cambiado demasiado el estilo, su ropa volvía a ser actual. Supongo que la coherencia es esto, mantenerse firmemente en lo que uno es y esperar a que los tiempos te atrapen.
Feliz jueves, queridos.

martes, 13 de septiembre de 2011

La chaqueta inspiradora

El otro día, fui al Hard Rock Café con mi hijo pre adolescente (ayer empezó el instituto, cuando le dejé en la puerta de su nuevo colegio, sentí unas ganas terribles de echarme a llorar, "ya se ha acabado todo" pensé, "dentro de cinco minutos, seré una viejecita y me tendré que hacer la cirugía estética en todas partes y luego me moriré") y sus dos mejores amigos. Con mis hijos, siempre intento ir a lugares "children friendly", en los que también sirvan cócteles. Es una técnica de supervivencia más. Una piña colada y me convierto en la perfecta pedagoga. Y las piñas coladas del Hard Rock son de medio litro aprox. Anyway, estaba yo saboreando mi piña colada y viendo videos musicales, cuando, de repente, se me acerca Husbert (normalmente se sientan en la otra punta) y me pregunta: "¿Tú sigues buscando la inspiración?" Mmmmmm. Me quedo con la jarra de piña colada en alto, a medio camino. Yes... (Supongo que es a lo que mi hijo les ha dicho que me dedico...). Entonces, muy serio, me recomienda escribir algo "que vaya de magia, de emoción o de terror". Le digo que lo que me inspira es la ropa... Volvemos a casa y saco del armario la chaqueta de la foto (una chaqueta de flores loquísima que me compré en París de una marca holandesa nueva que está muy bien: Maison Scotch) y les digo: "Mirad, niños chicos, esto es lo que me inspira". Y paso a explicarles detalladamente los orígenes de la chaqueta, de la tela de la chaqueta, del corte de la chaqueta, de la marca de la chaqueta, etc. Me miran con ojos como platos y sin soltar los mandos de la xbox dicen: "Ya, ya, claro". Se dan la vuelta y siguen disparando. Guardo la chaqueta, satisfecha. Yo soy de las que piensan que los niños tienen que aprender algo nuevo cada día.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Lecturas de verano





En verano nadie lee nada. No es que en invierno nadie lea mucho, pero en fin, algo más sí que se lee. (Esto lo sé porque aunque a veces, mi pizpireta cháchara parezca indicar lo contrario, nací y crecí entre libros, asilvestrada, pero entre libros).  Por eso, siempre que oigo a alguien que dice "voy a aprovechar las vacaciones para releer a Proust, o a Chateaubriand, o a quien sea", me caigo al suelo de la risa. Claro, Wittgenstein en la playa, debajo de la sombrilla... ya... sí, sí... me too...no hago otra cosa. ¡Oh, los soldaditos de la cultura! ¡Oh, los soldaditos de cualquier cosa! En fin, que debido a la búsqueda de piso, este año casi no he hecho vacaciones y no he tenido ocasión de sudar la gota gorda mientras releía a Descartes en la playa. Grrrrrrrrrrrr. ¿Y qué he hecho para superar el trauma? Pues ojear sin descanso este maravilloso libro sobre Jackie Kennedy en Capri (la mujer más elegante de su época, ¿no?) mientras empaquetaba mi casa, bebía mojitos para darme ánimos y tarareaba "Hawaii Bombay". Sí, lo mío roza el patetismo, I know.
Feliz sábado, queridos.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Los principios

Me he mudado, y tengo tanta suerte, que desde mi nueva ventana veo esto. Y la gente de mi nuevo bar es distinta a la gente de mi antiguo bar, y, de momento, las chicas que he visto, van mejor vestidas. Y bueno, a pesar de estar muy cerca del barrio donde nací, todo es nuevo. No sé dónde compraré el pan, ni dónde haré yoga, ni dónde compraré mis revistas, ni dónde iré a tomar copas, ni en qué banco me sentaré cuando quiera practicar ser una viejecita. Tampoco sé cómo me vestiré, sé que ayer estrené uno de mis pantalones de abuelo de Heidi y que me los puse con una camiseta azul marino de Acne, que debe de tener, al menos, cinco años. No sé cuáles de los rostros con los que me he cruzado en los últimos dos días se convertirán en rostros conocidos. Pero sé que estoy ante un principio. Y que un principio es siempre un regalo. Mientras vaya habiendo principios, todo estará en orden. Y ayer me enteré de que cierra Gonzalo Comella, una tienda de ropa barcelonesa de toda la vida (de toda mi vida, al menos), una tienda que parecía que iba a estar siempre allí. Si Gonzalo Comella cierra, es que todo, absolutamente todo, puede irse a la mierda en cualquier momento. Pero también significa que todo, absolutamente todo, es posible. Y el mismo día, bajando por Paseo de Gracia, vi que estaban a punto de abrir un Miu Miu, y pensé en los instantes de felicidad (y de miseria, todo en Miu Miu es carííísimo) que me proporcionaría. Y en que también aquello era un principio.
Feliz otoño, queridos.
 

domingo, 4 de septiembre de 2011

¿Quién es el más guapo de esta foto?

Por un lado, tenemos a Clooney, un tío bendecido con cierta pinta de estrella a la antigua usanza, que dicen que es muy listo y muy buen actor y director (y seguro que es verdad), pero un tío que a) se maquilla y b) tiene a un cerdo por mascota. ¿Qué dice eso sobre él? Bueno, pues nada demasiado positivo, I'm afraid. Por otro lado, tenemos a un tío que ha decidido que no se pone un smoking ni en Venecia al lado de Clooney, que lleva un traje oscuro perfecto (como el de Mies del otro día), con una camisa celeste y una corbata también perfectas, un tío con pinta de no pisar un gimnasio (God Bless Him. De todos modos, los gimnasios son solo para gente un pelín patética, dudo que Kate Moss o Katherine Hepburn o Isak Dinesen fuesen al gimnasio). Un tío con barba, medio rubia, medio canosa (mmmmmm, parece una barba suculenta). Un tío que tampoco debe frecuentar demasiado las peluquerías (un llamamiento a la población masculina: chicos y hombres del mundo entero: NO os cortéis el pelo después del verano, e id solo a la peluquería de la esquina, el pelo demasiado bien cortado en un hombre da cierta grima. Sí, ya sé que soy una puñetera maniática). Un tío de sonrisa bondadosa y ojos inteligentes (otro llamamiento a la población masculina: por favor, olvidaos de las gafas de diseño, no funcionan nunca, en serio). Y un tío que cuando oyes la voz que tiene, te caes de la silla. En fin, que yo tengo clarísimo quién es el más guapo de esta foto. Llamadme rarita, me da igual.
Feliz domingo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

La lista de la compra

                La americana negra (sujetada por mi abnegado hijo mayor)

                                                     La camisa de seda

                                                     Los tacones cómodos

                                   Los pantalones del abuelo de Heidi

                                                     El chaleco de hombre

La cartera de YSL


  
Este año todavía no he empezado a comprar en serio (o sea, que aun no me he puesto a comprar como una loca descerebrada). Supongo que estoy madurando... ¡beeeej, qué asco! Anyway, estas son las prendas que, si no hiciese un calor asfixiante, creo que me apetecería empezar a llevar.
-Una americana negra: es una prenda imprescindible, queda bien con todo (tejanos, camisetas, vestidos, menos con traje chaqueta, of course). Debe estar bien cortada y estructurada, se debe notar que debajo hay una chica.
-Una blusa de seda. Ligera, femenina, suave, sugerente, un poco -o muy- transparente. Para llevar con todo, siempre. Yo tengo toda una colección y ahora, como se han puesto de moda, están en todas partes, es genial.
-Unos zapatos de tacón cómodos. Empieza a haber zapatos con cuña (con toda la superficie del pie apoyada en el suelo) de siete u ocho centímetros con los que se puede ir a pasear, a buscar a los niños al cole, etc. El otro día, me encontré por la calle con mi futuro marido -aunque él todavía no lo sabe-, el cantante de Els Manel, yo llevaba las Birkenstock y el vestido de cuadros tipo mantel de casa de comidas, y a Dios puse por testigo de que nunca más volvería a salir de casa sin tacones. Al día siguiente, en Castañer, me compré las de la foto. (Nunca falla: el día que sales de casa mal vestida, con ojeras, con el pelo sucio aplastado debajo de un sombrero torcido y cara de que te haya pasado un tren por encima, ese día seguro que te encuentras a alguien que te interesa, seguro.)
-Un pantalón masculino, tipo el pantalón del abuelo de Heidi (aunque sin tirantes, tampoco hay que exagerar), un poco antiguo, un poco ancho y un poco caído. Este es el tipo de prenda que solo una chica puede entender que necesitemos, pero sí, la necesitamos. Y punto.
-Un chaleco de hombre de cashmere. No es una prenda glamourosa o espectacular y creo que ni siquiera está de moda, pero me encantan, abrigan y desvelan a la vez, es una prenda masculina que se traduce bien.
-Una cartera. Un mujer con cartera me parece lo más sexy del mundo, estoy harta de bolsos inmensos llenos de cosas inútiles (digo yo, que llevo un bolso que pesa cuatro toneladas). Esta es de YSL y se llama "Belle du Jour", a mí, francamente, cualquier cosa que me acerque a Catherine Deneuve me interesa. ¿Qué hago? ¿La compro?
Bueno, os dejo, debo ir a reflexionar.
Feliz fin de semana, queridos.