martes, 30 de agosto de 2011

Tres salvavidas



Había pensado en hacer una entrada sobre mis prendas imprescindibles de esta temporada, pero si la hago, estaremos aquí hasta pasado mañana... y hoy es el cumple de mi venerable madre... y además, ayer me compré en la fnac la segunda temporada de CSI. En fin, que aunque no lo parezca, soy una mujer muy ocupada. Bueno, yo creo que hay tres elementos que, bien elegidos y bien llevados, pueden salvar un atuendo, justificarlo, elevarlo, excitarlo, despertarlo (y hacer que se rompa la crisma, si no son los adecuados). Son: un buen sombrero, unos buenos zapatos de tacón y un buen esmalte de uñas rojo. Los únicos trucos para llevar sombrero son una buena frente y sentirse a gusto. Si te sientes disfrazado con sombrero, mejor que no te lo pongas. A mí me pasa con los abanicos, me encantan como objeto, y me encanta el gesto de abanicarse, pero cuando me abanico, me entra la risa, me siento una impostora (me pasa lo mismo cuando veo a un tío con abanico, me muero). Los zapatos de tacón, altos, femeninos, finos (o sea, que no parezcan dos bloques de madera). Siempre funcionan. Son incómodos, pero nos hacen mejores personas. Los de la foto son mi último gran amor, todavía no los he estrenado; de momento están expuestos en una estantería. Y el esmalte de uñas. A mí solo me gusta el rojo muy rojo (y me encanta que me pinten las uñas, estoy intentando que mi hijo de cuatro años aprenda, es la típica cosa que en el futuro me agradecerá). Esto es glamour, quien lo probó lo sabe.
Feliz martes, queridos.

domingo, 28 de agosto de 2011

La oreja reagujereada

El otro día, en París, me compré unos pendientes. Yo me hice agujerear las orejas de adolescente, en la farmacia de enfrente de casa. Mis padres eran progres y decidieron no agujerearme. Les maldije por ello durante años. Y sin embargo, ahora, cuando veo a una recién nacida (o sea, a una especie de monito calvo y absolutamente asexual) con las orejas agujereadas, me da cierta grima. Se me hace raro ver un distintivo tan femenino en alguien que todavía es un bebé, un ser neutro, un animal ¿por qué creéis que no hay femenino de bebé? Pues porque los bebés no tienen sexo todavía. Y me sorprenden los pendientes, como me sorprendería un tatuaje. Me parece raro poner nuestra pezuña humana tan pronto, sobre un animal tan perfecto. PHOCUS, Milena, PHOCUS!!!! Bueno, me compro los pendientes y entonces me doy cuenta de que el agujero izquierdo se me ha cerrado. Me acuerdo de mis padres y les vuelvo a maldecir: ¡¡¡si me hubiesen puesto los pendientes al nacer, seguro que esto no hubiese pasado!!! Regreso a Barcelona con mis bonitos pendientes en el bolsillo. Al cabo de unos días, ceno con mi amiga Elisenda y me cuenta que ella también se los agujereó de adolescente, en su baño, a lo bestia, con una aguja de coser. Pero me recomienda ir a una farmacia. Elisenda es mucho más lista que yo, así que decido hacerle caso. Voy a una farmacia y la tía me dice que ellos utilizan pistola, que es algo imprecisa y que para volver a agujerear un agujero ya existente es mejor que vaya al dermatólogo y me lo haga él con una aguja esterilizada. Le digo "sí, sí, claro" dulcemente, la maldigo interiormente y vuelvo a casa. Lo revuelvo todo hasta encontrar un caja de costura que se olvidó hace años el padre de mi primer hijo. Saco una aguja, me planto delante del espejo y me la clavo en la oreja izquierda. Me quedó con la oreja atravesada. Se me cruza por la cabeza la imagen de un tribu africana. Me siento un poco mareada. Pienso que lo correcto sería desmayarse. Pero estoy sola en casa con mi hijo pequeño. Pero sacarme la aguja de la oreja me da más angustia que clavármela. Eso no lo había pensado. Me quedo unos minutos frente al espejo. Mujer pálida (cada vez más pálida) con aguja de coser clavada en la oreja. No te desmayes, Milena. No te desmayes. Pienso en llamar a alguna de mis amigas o de mis ex para que me vengan a ayudar, pero todo el mundo está de vacaciones y dudo que se movilicen por algo así. Y ahora, encima, Héctor grita que quiere un ColaCao. ¿Qué dirá si ve a su digna madre con una aguja clavada en la oreja? Respiro profundamente (para algo ha de servir tanto yoga) y me la arranco. De esto hace cuatro días, desde entonces llevo los pendientes, no me los quito ni para dormir, no sea que se me vuelva a cerrar el agujero. La oreja izquierda todavía me duele un poco, pero nada que una heroína como yo no pueda soportar.
Feliz domingo, queridos.

martes, 23 de agosto de 2011

Mies y la ropa de otoño

Este señor con ojos melancólicos y expresión severa, mezcla de tristeza y de firmeza, de saber que la vida es una mierda y de haber decidido que de todos modos uno no piensa bajar la cabeza, este hombre con cara de malas pulgas, que se agarra con fuerza a la barandilla que tiene enfrente y al bastón que le sostiene, es el inmenso Mies van der Rohe fotografiado por el gran Slim Aarons. Personalmente opino que es uno de los hombres más guapos que he visto en mi vida. ¿Os habéis fijado en las ojeras de bull dog? (Me encantan las personas ojerosas, las ojeras casi moradas de alguna gente siempre me hacen pensar en una vida más nocturna y misteriosa y sugerente que la mía de ojos claros y pestañas transparentes) ¿En la barbilla partida y arrogante? ¿En la boca casi despectiva, cerrada a cal y canto? ¿En el traje perfecto, ligeramente holgado, humilde? Un traje humilde, sí, como deben ser los trajes, marrón, el color más humilde. ¿Qué les pasa a los tíos de ahora, que llevan unas americanas super entalladas y cortas, como si quisieran marcar músculo o enseñarnos el culo, como si les hubiesen robado la americana de la primera comunión a uno de los pobres desgraciados que estaban en Madrid el fin de semana pasado? Y la punta del pañuelo blanco (blanco, impoluto, de nuevo humilde) que le asoma por el bolsillo de la americana. Y el sombrero perfecto, ligeramente ladeado, del color exacto del traje y de los zapatos. ¿Cómo hemos pasado de esto a los cuellos cisne de Sir Norman Foster? ¿Eh? Y el próximo día os hablaré de las cinco prendas imprescindibles para las mujeres para esta temporada, dos de ellas las lleva Mies en la foto.
Feliz martes, queridos.
 

domingo, 21 de agosto de 2011

Mi loción para después del afeitado

Yo soy la típica tía que como crema hidratante utiliza una loción para después del afeitado (Moroccan Neroli Post-Shave Lotion de Aesop). Sí, queridos, una loción masculina. No lo hago por esnobismo ni por excentricidad. Es sencillamente la única loción hidratante que no me irrita ni me colapsa la piel. Y tampoco la utilizo demasiado a menudo, la verdad. Embadurnarme no es lo mío. En cambio, me lavo las manos más a menudo y más escrupulosamente que un cirujano. Mi dermatólogo me dijo hace años que pusiera todo el dinero que me solía gastar en cremas en una hucha y la utilizara para irme de viaje. En fin, es posible que no sepa gran cosa sobre cremas y productos de belleza. Es posible que acabe vieja y arrugada cinco años antes que mis amigas que sí utilizan cremas. Pero a los 30 años decidí que luchar contra el paso del tiempo es una batalla perdida, y yo nunca me meto en batallas perdidas de antemano. Y a veces me digo que tal vez el estilo no envejezca. Pero de lo que sí creo que sé bastante es de suavidad. En todo lo acariciante soy una experta. He probado todas las cremas de manos del mundo. Utilizo "Resurrection Aromatique Hand Balm" de Aesop (marca australiana, se puede comprar por internet). Es una auténtica maravilla, cuando abro el bote, mis hijos se me acercan. Huele a mandarina, a romero, a madera de cedro. Es mi producto favorito. Un instante de felicidad. Ah, y hablando de suavidad, en Zara han recibido unas chaquetas de cashmere perfectas. Ayer me compre una marrón (en la foto aparece beige pero es un marrón bonito) y una azul eléctrico. No os las perdáis.
Feliz domingo, compinches.

jueves, 18 de agosto de 2011

El Gucci de Beckett

Los hombres y los bolsos. Dos pasiones. Más que los hombres que regalan bolsos, los hombres que me llevan el bolso (la imagen de un hombre llevando el bolso de la mujer que tiene al lado me encanta, y además, mis bolsos pesan una tonelada). En este momento, de todos los bolsos, prefiero las carteras que se llevan en la mano, estoy harta de llevar cosas colgadas del hombro o del brazo. Pero ya hablaremos de las "clutch bags" otro día. Sí, sí, lo haré, no me olvidaré como pasa siempre. Bueno, los hombres y los bolsos. En principio, yo soy bastante contraria a los hombres con bolso, por la razón arriba indicada. Si nos han de llevar el bolso a nosotras, mejor que ellos no lleven ninguno. Y también porque la mayoría de los bolsos de hombre que he visto me parecen ridículos, y porque la mayoría de los hombres que los llevan también. Hay algunas excepciones: un hombre con un capazo de paja me parece muy sexy, pero creo que es porque soy un poco rara. Pues bien, hace unos días encontré esta foto. Samuel Becket (¡¡¡¡ooooooooooooooooooooooh, Samuel Beckett!!!!! Uno de los hombres más guapos del siglo XX, y encima sabía Escribir) con su bolso Gucci. Sí, era suyo, me he informado, y sí, es un Gucci. Claro, hay que tener en cuenta que en aquella época, Gucci no era lo que es ahora. Era una marca elegante y artesanal. Pero de todos modos, el hecho es que Beckett llevaba un bolso de Gucci. Y un bolso de mujer. Dicen que es un bolso unisex, pero no se lo cree ni su tía. Todo el mundo sabe que lo unisex no existe. Y para colmo, el bolso de Gucci le quedaba genial. En fin, ya no sé qué pensar, se me han roto todos los esquemas, vivo sumida en la confusión. Si los hombres se quedan también con los bolsos, ¿qué vamos a hacer nosotras? Ya solo nos quedará la maternidad... ¡Qué catástrofe!

jueves, 4 de agosto de 2011

No, no, no y no

Las apariencias casi nunca engañan. Es complicadísimo camuflar quien uno es. Tarde o temprano (normalmente temprano), nos escapamos por nuestras propias rendijas, resquebrajaduras, boquetes. Anyway, esto no tiene nada que ver con lo que os quería contar (tantos años de Liceo Francés y de "introduction, dévelopement, conclusion", para nada). O tal vez sí. Bueno, los hombres que desean que las mujeres se asomen o se precipiten por sus rendijas, deberían evitar a toda costa los siguientes crímenes contra la humanidad:
- El pelo teñido. Un hombre con mechas o con el pelo teñido no tiene ninguna credibilidad, ninguna posibilidad de hacer nada de provecho en esta vida (ver foto).
-La coleta. Un hombre con coleta tampoco puede ser. En serio. Siempre que veo un hombre con coleta por la calle, me lo imagino en su casa con el pelo suelto y me quiero pegar un tiro.
-Las perillas, patillas estrambóticas y otras cosas por el estilo. Tampoco. Ya sabemos que ser hombre es más aburrido desde el punto de vista estético (no os podéis pintar las uñas, no os podéis poner tacones, etc), pero eso no es excusa para dibujarse cosas raras en la cara con la barba. O te dejas una barba de verdad o nada. No hay más.
-Las cejas perfiladas. Sí, hay hombres que se perfilan y que se depilan las cejas. No es broma. NO lo hagáis más.
-Los pantalones piratas. Ninguna mujer se puede tomar en serio a un hombre con pantalones piratas. Los tobillos y pantorrillas masculinas no tienen ningún interés. Si tenéis calor, poneos bermudas.
-Los pendientes. Solo en una oreja, solo si es diminuto y solo si te llamas Harrison Ford. Si no, forget about it.
Feliz jueves, pequeñuelos.