lunes, 27 de junio de 2011

Algo antiguo

No me gusta la ropa vintage, me gusta la ropa clásica, no frecuento las tiendas de segunda mano (aunque este verano me voy a París y tengo un par de direcciones de las que creo que voy a aprender muchísimo), ponerse algo que ya ha estado sobre otros hombros me parece un acto de gran intimidad y riesgo. Ya sé que es una locura, pero considero que cada prenda tiene su karma, y yo ya tengo bastantes problemas con el mío como para cargar con los restos del de otra persona. Me pasa lo mismo con las almohadas, los sueños y desvelos y angustias ajenas me dan cierto pánico (¿qué pasa si se me meten por una oreja mientras duermo y ya no se van nunca? ¿eh?). Tampoco me gusta la ropa vieja (me gusta la ropa crujiente, todo lo crujiente, los amores crujientes y la comida crujiente) a no ser que sea de muy buena calidad. Me interesa la ropa atemporal (aunque nunca lo es del todo) o la ropa que mira hacia adelante, hay excepciones: Stella McCartney lleva años reinterpretando los años 70, pero con tanto talento, sensualidad, sentido común e inteligencia, que hace que la ropa parezca recién salida de la cabeza de un bebé. Y sin embargo....veo una pamela y no puedo resistirme. Veo una punta de encaje en algo y empiezo a babear. Veo un vestido años 30 (seda, estampado pequeño, por la rodilla, cintura marcada, vaporoso) y en menos que canta un gallo ya estoy dentro. Creo que es porque tengo nostalgia de algunas épocas que no viví. Esta pamela me gusta tanto porque es mi máquina del tiempo particular, ¿entendéis? Bueno, feliz semana, queridos, nos vemos en casa de Gatsby.

miércoles, 22 de junio de 2011

¿Se puede ser sexy y elegante a la vez?

No pensaríais que con el calor espantoso que hace hoy, os iba a poner la fotografía de alguna prenda de ropa o de alguien vestido...¿verdad? No, no, no, no, no. La fotografía de hoy es de la condesa Christina Paolozzi fotografiada por Dios (o sea, Richard Avedon) en 1961. Me gusta más que la Gioconda. Y demuestra que se puede ser sexy y elegante a la vez, que se puede ser elegante estando desnuda y que se puede estar vestida estando desnuda (del mismo modo que se puede estar desnuda estando vestida). No se me ocurre ningún traje mejor para el día de hoy. Mañana, si la temperatura lo permite, nos volveremos a vestir, aunque solo sea para ir a comprar un ventilador a Vinçon.
Feliz miércoles, queridos.

domingo, 19 de junio de 2011

Mi primera compra de rebajas

El viernes me ocurrió algo espantoso. Recibí inesperadamente la notificación por mail de que habían empezado las rebajas en Smythson, la tienda donde me compro cada año la agenda y las libretas en las que apunto las absurdas brillantes ideas que se me ocurren para este blog. Son unas libretas maravillosas y además se pueden hacer grabar con las iniciales. A mí lo de hacer grabar mis iniciales en mis libretas (y en cualquier parte) me vuelva loca. Me encantan las camisas con las iniciales bordadas. Pero ¡ojo!, no son fáciles de llevar, puede ser lo más refinado del mundo, pero para llevarlas hay que ser todavía más refinado que la camisa, si no es ridículo. Hay prendas así, prendas que deben ser superadas y sometidas porque si no te convierten en un payaso (los sombreros, por ejemplo). No sé si me explico, pero a veces hay que dejar que la ropa nos elija a nosotros y no lo contrario, para eso hay que quedarse muy calladito y tranquilo en un rincón, es lo más difícil. ¡¡¡¡¡Focus, focus and refocus MB!!!!! Bueno, las rebajas. Total, entro entusiasmada en la página web de Smythson y la empiezo a estudiar cuidadosamente. De repente, veo un bolso de mano de piel negra y ante marrón oscurísimo, un poco art déco, un poco anticuado, maravilloso, regalado. Apreto el botón de comprar, no le da la gana de meterse en la cesta, lo vuelvo a intentar, no se mete, apreto frenéticamente y empiezo a maldecir entre dientes antes la mirada atónita de Patricia (la chica que viene a limpiar), por fín, el idiota ordenador me dice que ya no quedan existencias de mi bolso!!!!!!. Apreto los dientes, miro a Patricia y le digo: "Es un asunto de trabajo, muy complicado." Y sigo con lo mío. Al cabo de dos minutos encuentro la versión bolso de hombro del bolso de mano de mi vida que ya nunca tendré, no es tan bonito ni tan barato, pero está muy bien. Apreto el botón de "poner en la cesta" y se pone. ¡Aleluya! ¡Viva! ¡La vida es maravillosa! ¡Los pajaritos cantan y las nubes se levantan! Sigo tranquilamente echando un vistazo al resto de los objetos rebajados. Libretas muy chulas, billeteros bonitos, agendas fantásticas. Cuando acabo, voy a la cesta de la compra para pagar y veo que pone: bolso de hombro tal y cual: AGOTADO. ¡¡¡¡Agotado!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Los muy grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrxxxxxxxxxx habían vendido OTRA VEZ mi bolso!!!!!! "Me mueeeeeeero" grito, cerrando el portátil de golpe. Patricia no me oyó porque estaba con el aspirador. Yo me tuve que ir corriendo a hacer una pedicura a mi sitio favorito para calmarme. Al volver ya lo veía todo distinto. Creo que finalmente me voy a comprar un capazo de paja. La foto es de una rosa inglesa que he fotografiado esta mañana, a veces puedo ser muy zen, yes.
Feliz semana, queridos.

viernes, 17 de junio de 2011

Los cocodrilos

Los polos Lacoste son una de mis prendas favoritas en el mundo (no para mujer, obviamente, con pechos no funcionan, es más complicado de lo que parece lo de los pechos). Si fuese hombre, en verano, no llevaría otra cosa. Yo, de niña, llevaba vestidos Lacoste (absolutamente geniales, son como los polos pero en vestido), fui adolescente en una época en la que los Lacoste se consideraban pijos y horribles y vi cómo, pocos años después, se convertían en un clásico (es bastante guay ver cómo una prenda se convierte en un clásico), lo que significa que pasaron a ser de dominio público, llevables e interpretables por todo tipo de hombres, de todas las edades, años tras año. Y casi siempre con buena fortuna. Hay pocas posibilidades de que un polo Lacoste quede mal, siempre favorecen, a no ser que se compren del color equivocado (mejor no intentar ser muy audaz) o en la talla equivocada. Y no solo no pasan de moda, también saben envejecer, como la gente bien educada. Un Lacoste viejo es muy sexy. Yo, que tengo cierta manía a comprarlo todo por duplicado o triplicado (supongo que por inseguridad o miedo al abandono o algo así. Ya. Claro.), nunca soy tan feliz como cuando acompaño a algún amigo a comprar polos Lacoste y se compra tres de golpe, después me lo imagino llegando a su casa y poniéndolos en una pila de Lacoste altíííííísima, que llega hasta el techo, y se me hace la boca agua. Y después, me imagino la pila de Lacoste cayéndole sobre la cabeza y sepultándolo. Noooooooooooo...¡es broma!
Bueno, queridos, la foto de hoy (de Cecil Beaton) no tiene nada que ver con el tema, lo siento, todos los cocodrilos que he encontrado eran feos, pero es una fotografía a la que me gustaría ir a vivir de vez en cuando, dando por sentado que los hombres están a punto de llegar, claro.
Feliz fin de semana, pequeñuelos.

martes, 14 de junio de 2011

Un verano y tres vestidos



Tengo un montón de vestidos de verano, aunque después siempre acabo llevando el mismo, un vestido de algodón de APC que los hombres dicen que parece un mantel de casa de comidas (es de cuadritos rojos y azul marino) y las mujeres que es muy bonito... Me gustan los vestidos de verano porque dejan pasar el aire, porque a veces son lo más parecido a no llevar nada, porque no hay que preocuparse para que la parte de arriba y la de abajo conjunten, porque son femeninos, porque a veces me recuerdan a mi niñez de vestidos de nido de abeja (tengo la madre más atípica y rebelde del mundo, pero pasé la infancia con vestidos de princesa, zapatos de charol negro y calcetines blancos hasta la rodilla), porque sacarse los tejanos después de todo un invierno es una liberación, porque los vestidos livianos se mueven y ondulan, y por lo tanto el cuerpo también, y no hay nada como un cuerpo ondulante.
En fin, ya falta poco para las rebajas y les he echado el ojo a estos vestidos. Los tres son de APC (una de mis tiendas favoritas). El primero es la versión de este año de mi mantel de casa de comidas. El segundo me gusta porque es de seda y porque tiene cintura (muy importante la cintura, un día hemos de hablar de eso). Y el tercero me gusta porque he pasado un invierno un poco en blanco y negro, y tengo ganas de color. Bueno, ¿qué os parece? ¿Cuál os gusta más?

domingo, 12 de junio de 2011

¿Qué pasa cuando bajamos la guardia?

El otro día me compré un libro maravilloso de Avedon en Amazon. Yo creo que todos tenemos una o dos fotos en la vida en las que somos realmente nosotros, puede ser una foto de cuando éramos niños, o una foto más tardía, pero siempre es una foto que capta un instante en el que bajamos la guardia. Bajar la guardia, dejar las armas, dejar que alguien entre, dejar de hacer teatro y que alguien haga "clic" justamente en ese instante. En el libro sale este increíble retrato de Marilyn que yo ya conocía (y que creo que dice mucho más que todas las biografías que se han escrito sobre ella), y al lado hay una pequeña explicación del fotógrafo: "Pasó horas bailando y cantando y flirteando y haciendo de Marilyn. Y luego llegó el inevitable bajón. Y al final de la noche, se sentó en un rincón como una niña, todo el mundo se había ido. La vi sentada en silencio sin ninguna expresión en el rostro, entonces me acerqué a ella, pero no quería fotografiarla sin que ella lo supiera. Y al verme con la cámara, vi que no decía que no." Y entonces Avedon sacó esta fotografía. Todos deberíamos tener al menos una foto así, para que nuestros nietos y bisnietos sepan cómo fuimos, y para que lo recordemos nosotros mismos cuando lo olvidamos. Yo la tengo. Esta es una foto que me hicieron hace cuatro años menos ocho días, en el hospital, unas horas antes de que naciese mi hijo Héctor.
Feliz semana, queridos.
 

jueves, 9 de junio de 2011

¿Para quién se visten las novias?

Los trajes de novia. Todo un tema. Una de las razones por las que no me he casado. Hay más, of course. Mis padres no se casaron (entre ellos, quiero decir, se casaron con otra gente) y por lo tanto, en mi código genético no está el deseo de casarse. Recuerdo los ojos de estupor de mi hermano pequeño cuando yo le contaba que éramos bastardos y que tarde o temprano acabaríamos en un orfanato ("sí, Néstor, sí, acéptalo, somos bastardos"). En fin, dejando de lado las razones genéticas, que yo creo que son siempre muy poderosas, tengo muchos reparos con los trajes de novia. El traje de novia se escoge con otra mujer (la madre) o con una amiga. Y tengo la sensación de que, en realidad, normalmente es una traje no pensado para el novio, pensado para las otras mujeres. Jamás he oído a ningún hombre decir que le encantan los trajes de novia. Y es un poco raro, ¿no? ¿No sería mejor vestirse en función de la persona que nos va a desvestir esa noche? Bueno, y todo este rollo es porque este fin de semana se casan unos amigos míos y deseo que sean muy felices. Y también porque otro amigo me mandó hace unos días esta foto de Bianca Jagger con Mick el día de su boda. Se casaron los dos con el mismo traje, lo diseñó Yves Saint Laurent y el de Bianca era con falda. Es un traje mítico: la chaqueta masculina sin nada debajo, la pamela super femenina con velo y flores, el pelo suelto, ni una joya... Creo que es mi traje de novia favorito de toda la historia (tengo mucha curiosidad por ver cómo se casa K.Moss). En fin, se me ha ocurrido una idea: ¿por qué no, a partir de ahora, el anillo de compromiso lo elegimos nosotras y el traje de novia ellos? Me parece mucho más sensato.
Feliz jueves, queridos.

domingo, 5 de junio de 2011

Las prendas repele hombres




El otro día descubrí estos zapatos. Me entusiasmaron. Están hechos en Maine, a mano y tienen el punto hippy, bohemio y snob por el que siento debilidad. Además, me dije que me los podría poner con todo, incluso con vestidos y minifaldas, y en cualquier ocasión, incluso para las reuniones de trabajo (os juro que no me había fumado las peonias que compro cada semana, en aquel momento lo creía sinceramente...). Incluso empecé a pensar en la posibililidad de comprármelos en todos los colores ya que estaba claro que me iban a ser utilísimos. Por la noche, fui a cenar a casa de unos amigos y, no sé por qué, se me ocurrió entrar en la página web y enseñarles los zapatos. El primero se quedó sin palabras y me miró con ojos espantados sin saber qué decir, el segundo (mayor que el primero y con el que tengo más confianza, entre otras muchas cosas, tenemos un hijo extraordinario en común) dijo: "Mile, estos zapatos no tienen pase." Y entonces entendí que:
 1. Tenían razón. 2. Estos zapatos entraban en la categoría de prendas repele hombres (hay una neoyorquina que tiene un blog entero dedicado a ello: "The Man Repeller"). Esas prendas que a algunas chicas nos pueden hacer gracia e incluso encantar pero que a los hombres les repelen. Como estos zapatos, por ejemplo. O las botas Ugg, los ponchos, los zuecos, los petos o los "boyfriend jeans". Y también, después de hacer un sondeo entre mis amigos masculinos: cualquier prenda o calzado de inspiración étnica, los tangas, las medias calcetín y los sujetadores con relleno o con tirantes de plástico transparente, entre otras cosas. Total: no me compré los zapatos, claro, y desde ese día solo llevo tacones.  Bueno, me tengo que ir, he quedado con mis amigas para hacer una lista de prendas repele mujeres, y ahora, por culpa de los zapatos (y para no romperme la crisma), tardo el doble en llegar a los sitios.
Feliz semana, queridos.

miércoles, 1 de junio de 2011

El bolso que viene


Desde hace algunas semanas, cada mañana, entro en mi tienda virtual favorita y me quedo un rato mirando este bolso e imaginando cómo me lo pondría y cómo me quedaría. Me encanta. Los dos tonos, el tostado y el marrón, la rejilla, la solapa (adoro los bolsos con solapa), la forma, la rigidez, la falta de pretensiones, la precisión, el aire ligeramente masculino. Me recuerda a Faye Dunaway, a Ali McGraw, a Bianca Jagger, a la película "Blow up". Me hace pensar en los años 70, una de mis décadas favoritas de la moda (y de la historia). Cuando libertad, elegancia, revolución, estilo e individualidad rimaban. Cuando palabras como feminismo o política no daban ganas de salir corriendo. Hace muuuuucho tiempo. Hace todavía más tiempo, Chanel dijo: "La moda refleja siempre la época en la que vivimos, cuando son tiempos banales, más vale olvidarse de ella". Seguramente tenía razón, la mediocridad es super infecciosa. En fin, a mí lo que me interesa es averiguar cuando empiezan las rebajas virtuales, no puede faltar mucho, ¿no? Es que me hace falta un bolso. De verdad.