lunes, 30 de mayo de 2011

¿Cómo vestirse de mujer?

Cuenta la leyenda (o sea, mi madre) que la primera mujer de mi padre era una mujer tan hermosa y tan segura de su belleza, que en cuanto te despistabas te enseñaba los pechos, ya estuvieses bajando con ella en un ascensor, o en el baño de un restaurante, o en la sala de espera del dentista. Fantaseé con ella durante toda mi adolescencia. No podía entender que mi padre hubiese dejado a una mujer que te enseñaba las tetas en el ascensor para irse con mi madre, que se pasaba el día trabajando y leyendo. Más tarde entendí que la feminidad también se podía conquistar por otros caminos: la cabeza, la ropa. Hay mujeres que se visten de jovencita (grave error), mujeres que se visten de niña (gravísimo error), mujeres que se visten de hombre, mujeres que se visten de femme fatale, mujeres que se visten de esposa respetable, mujeres que se visten de refugiada política, mujeres que se visten de intelectual, mujeres que se visten de elegante. Y hay mujeres que sencillamente se visten de mujer. Sin más. De mujer. A veces me pregunto por qué nos cuesta tanto vestirnos de mujer. A fin de cuentas es lo que somos. Es lo que chillan nuestros cuerpos (lo queramos o no, intentemos domarlos, cambiarlos, conservarlos, o no). El otro día decía que echaba de menos a los hombres de verdad, hoy echo de menos a las mujeres vestidas de mujer. Yo, que voy siempre con unos tejanos caídos dos tallas demasiado grandes y que para subirme a unos tacones o ponerme un escote me he de preparar psicológicamente durante una semana. En fin, me voy a "chercher la femme" que hay en mí, a ver si la encuentro.
Feliz semana, pequeñuelos.

jueves, 26 de mayo de 2011

Los colores interiores

Tengo una pequeña obsesión con la ropa interior de color. Mientras más vivo sea el color, más me gusta, todos los colores que son tendencia esta temporada me gustan, pero para llevar dentro, no fuera: el fucsia, el azul eléctrico, el lila, el verde esmeralda, el amarillo, bueno no, el amarillo no (el amarillo es un color asesino, solo funciona en las flores, nunca en la ropa). Las "reglas" de elegancia no se aplican literalmente a la ropa interior, del mismo modo que las "reglas" de educación no se aplican literalmente al sexo. En ambos ámbitos hay un elemento de juego que permite tomarse ciertas licencias. O al menos eso creo yo. Mi amiga Janina tiene una tienda de lencería genial en Rambla Cataluña a la que voy cuando tengo ganas de soñar un poco y de tocar cosas suaves y cosquilleantes. Tiene ropa interior de todos los colores: blanca, negra, color carne (ese color horripilante del cual ya he hablado, Janina lo llama "el color disuasorio") y muchos otros de los que sí alegran la vida. No es lo mismo llevar una camiseta negra con un sujetador negro debajo que con un sujetador fucsia, el "ambiente" es otro. No es en absoluto lo mismo llevar unas braguitas de Petit Bateau que unas braguitas de encaje, no es lo mismo para una misma, a los tíos en el fondo creo que les da bastante igual, lo consideran un envoltorio y punto. Los únicos fetichistas que interesan son los fetichistas de lo que hay dentro de la ropa y de la cabeza. Anyway, estaba yo esta mañana en Janina (que ya hemos quedado que para mí es más o menos como Tiffanys para Audrey) cuando de repente he visto el sujetador de encaje azul de la foto (solo he fotografiado un detalle porque justo en el momento en que estaba haciendo la foto me ha llamado un ex y me ha dicho que publicar fotos de mi ropa interior en el blog no es nada "ladylike", bueno...). Mi tono favorito de azul, un encaje delicadísimo, el último de la tienda, mi talla, no me he podido resistir, claro. Así que voy a pasar un mes más comiendo espaguetis...menos mal que hago bastante yoga.
Feliz jueves, queridos.

lunes, 23 de mayo de 2011

¿Por qué los hombres no son como los vestidos de YSL?

A partir de cierta edad (yo ya he llegado, tengo mucha práctica, mi madre siempre cuenta como con tres años, cuando ella abría mi armario de ropa, yo empezaba a dar palmadas y saltos de entusiasmo...) sabemos lo que nos queda bien, sabemos incluso lo que les queda bien a nuestras amigas, a nuestras madres, a nuestros novios (yo estoy siempre dispuesta y encantada de ir a comprar ropa con todo el mundo, para todo el mundo). Me compro casi toda la ropa por internet y el margen de error es bajísimo, veo una prenda y sé como me va a quedar, y reconozco el potencial de felicidad que tiene. Y con la ropa (como con los hombres y otras cosas que se les parecen) la clave es el potencial de felicidad. Todos sabemos que una camiseta de Zara tiene pocas posibilidades de durar más de una temporada (aunque puede pasar) y que una americana de Stella McCartney la heredará nuestra hija.  Entonces, ¿por qué seguimos comprando camisetas de Zara? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? La extraordinaria Carla Bruni dice en una de sus canciones: "el amor no es una prenda de Saint Laurent, el amor no queda perfecto". Y si algunas de nosotras no llevaríamos por nada del mundo una chaqueta mal cortada, ¿por qué llevamos a veces hombres tan mal cortados? ¿O simplemente hombres que no nos quedan bien, que no nos van como un guante? Por amor (y por otras cosas que se le parecen). Habría que saber elegir los hombres como elegimos la ropa. Lo cual para las mega enamoradizas como yo no es tarea sencilla. Bueno, yo creo que hay tres opciones: o llevar un hombre al lado que incluso vestidas de Zara nos haga sentir como un vestido de YSL, o llevar un hombre al lado que sea él mismo un vestido de YSL, o ir ahora mismo a Paseo de Gracia a comprar  algo de YSL (aunque solo sea un perfume... su Rive Gauche es una obra maestra absoluta). Así que vosotros sabréis. Y con este paralelismo tan complejo y profundo, me despido. La foto, Gregory Peck, un Rolls Royce.
Feliz lunes, queridos.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Vendrá la muerte y llevará este vestido


 Nunca he creído que la moda fuese arte. Mi madre siempre dice que el arte es lo que a uno le emociona y yo nunca he llorado ante una prenda de ropa, por muy bien cortada que esté. He caído en éxtasis, he sentido amor verdadero, sí, pero la emoción (la mezcla de ganas de llorar y de ganas de vomitar) ante el Partenón o el Crepúsculo de Miguel Angel es otra cosa. Pues bueno, ayer recibí el alucinante catálogo (compradlo ahora mismo, se llama Alexander Mcqueen: savage beauty, fliparéis) de la exposición de Alexander Mcqueen en el Met (quiero irme a Nueva York YA, de hecho siempre quiero irme a Nueva York YA, me pasa lo mismo con Londres y con París, hay algunos sitios en los que uno siempre quiere estar, y más o menos está. Es una suerte) y no estoy segura de que esto no sea arte. Y vi esta imagen y pensé en la muerte (si viene la muerte y tiene tus ojos, seguro que lleva este vestido. Nunca he visto nada tan bonito, tan hondo), y había otras que me hicieron pensar en el poder, en el amor, en la soledad, en la ligereza, en la fuerza, en la grandeza, en el sexo, en la sangre que corre por debajo de nuestra piel. Y por un momento, dejé de oír los gritos de mis hijos jugando y reclamándome, y por un momento, incluso se me pasaron las ganas de comprar ropa, que ya es decir.
Feliz miércoles, queridos.

lunes, 16 de mayo de 2011

¿Dónde están los hombres apuestos y distinguidos?




No es por nada, y desde luego no es una queja, ya que a mí personalmente me gustan los hombres bastante animales, pero el otro día, mirando un libro de fotografías antiguas, me di cuenta de que hay un tipo de hombre en vías de extinción, o que tal vez incluso ya haya desaparecido de la faz de la tierra: el hombre apuesto y distinguido. Ahora los hombres son como nosotras: guapos, sexys, etc. ¡Vaya rollo! Seguramente es culpa de la revolución sexual de los años 60 (cuyos logros, por desgracia, se han diluido muchísimo, esperemos que nuestros hijos la vuelvan a hacer...) y de la historieta que no sé qué chalado (o chalada) se inventó sobre la importancia de la parte femenina de los hombres. Bueno, chicos, tengo una noticia para vosotros: vuestra parte femenina no nos interesa, no, no, no, para eso ya tenemos a nuestras amigas, que además nos acompañan de compras. Lo único que nos importa es que no nos dejéis llorar. Lo que de verdad nos gustaría (y en eso todas mis compinches están de acuerdo) es que los hombres fuesen apuestos y distinguidos en todas partes menos en una. Bueno, he elegido unas cuantas fotos de hombres apuestos y distinguidos. A ver si hacemos un esfuercito y las interiorizamos (como dice mi profesor de yoga) y nos inspiran un poco. La del niño la voy a enmarcar para el cuarto de mis hijos, creo que se la pondré al lado del poster de Messi.
Feliz lunes, pequeñuelos.  

miércoles, 11 de mayo de 2011

LOVE

En mi casa, la única excusa que servía para todo era el estar enamorado: suspendo absolutamente todas las asignaturas porque estoy enamorada, llevo una semana sin dirigirle la palabra a nadie excepto al perro y a los canarios porque estoy enamorada, me he teñido el pelo de color azul porque estoy enamorada, solo como zanahorias porque estoy enamorada, llego tarde a todas las comidas porque estoy enamorada, como la ensalada con las manos porque estoy enamorada, necesito escuchar esta canción a todo volumen 10000 veces seguidas porque estoy enamorada, voy a pintar mi cuarto de negro porque estoy enamorada. Y los mayores asentían comprensivamente y nos dejaban en paz. El amor y sus consecuencias volvían aceptables cosas que de otro modo eran castigadas y reprimidas, como la ineficacia, la impuntualidad y la mala educación. Por suerte, mis hijos todavía no han descubierto que en nuestra familia el enamoramiento es el pasaporte para la impunidad total.
En principio, comprar ropa cuando uno está enamorado (quiero decir locamente enamorado, la única manera de estarlo, siempre según las teorías de mi familia...) puede ser peligroso, no para los hombres, que normalmente pasan toda la vida vestidos más o menos igual (God bless them), si no para nosotras. Yo he pasado épocas (de algunos días a algunos meses, tampoco hay que exagerar...) con deportivas (un calzado que no me gusta) porque estaba enamorada (mis amigas alucinaban), épocas sobre tacones de un palmo porque estaba enamorada, épocas auto convenciéndome de que ir sin ropa interior era lo más cómodo del mundo (no lo es, obviamente) porque estaba enamorada, épocas de pelirroja porque estaba enamorada, épocas de pelo largo porque estaba enamorada (y cuando fui capaz de cortármelo, fui capaz también de dejar aquella historia atrás, inmediatamente después empecé a dejármelo crecer otra vez, claro). En fin, mi recomendación de hoy para las enamoradas es que os limitéis a comprar ropa interior (a no ser que vuestro novio o lo que sea ya os haya convencido de que llevar ropa interior es una tontería y un capricho absurdo...), de otro modo podéis acabar con un armario que tenga poco que ver con vuestra vida real y mucho que ver con vuestras fantasías. Aunque pensándolo bien, eso tampoco está tan mal ¿no?
Bueno, la foto de hoy es del hombre más guapo que ha pisado el planeta tierra, siempre que estoy a punto de hacer alguna tontería por amor la miro, y siempre me dice: "¡Adelante!"

domingo, 8 de mayo de 2011

Un hombre de verdad

El otro día un amigo me dijo: "Eres un hombre de verdad". Es el mayor piropo que me hayan dicho nunca. Dudo mucho de que lo sea (aunque si tengo alguna ambición en esta vida, a parte de encontrar el tejano perfecto y de ir a ver a los elefantes en Africa, es esta), pero inmediatamente me puse a pensar en los hombres de verdad: Ballesteros, Delibes, Obama si no fuese político, Vicente del Bosque, Mourinho (¡es bromaaaaaaa!), Karen Blixen, Katherine Hepburn (supongo que si se puede decir que un hombre es "una auténtica madraza" también se podrá decir que una mujer es "un hombre de verdad", ¿no?), mi padre, y muchos otros hombres y mujeres. Un hombre de verdad. Mmmmmm. Yo no sé explicar lo que es, pero lo reconozco en cuanto lo veo (como un bolso de BV o un sujetador de Erès), creo que tiene algo que ver con la integridad, el valor, la decencia, y sí, la humildad. ¿Y qué tiene todo esto que ver con la ropa? Pues nada. Nadie se fija en como van vestidos los hombres de verdad. Por cierto, hoy me ha pasado algo increíble y horripilante: me he dado cuenta de que la mitad de la ropa que me he comprado para este verano no me gusta, me he probado tres vestidos (dos de ellos por estrenar) y he visto que no me los pondré jamás, por distintas razones que os ahorraré. Es trágico. Claro, uno se compra la ropa de verano antes de que llegue el verano, y luego llega el verano y va de otra cosa, y nosotros somos otros. No hay que empezar a comprarse la ropa antes de haber oído qué melodía tendrá la temporada. Es una regla muy importante. Lo digo yo, que intento ser  soy un hombre de verdad.
Feliz semana, queridos.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Mensajes


He comprado estos dos bolsos, no porque necesite bolsos (que sí, siempre necesito bolsos, aunque no, bueno sí. No. Los bolsos son una de las vías más rápidas a la felicidad. La otra -las otras- a veces no están disponibles. Quiero decir que si una chica pudiese bañarse desnuda en el mar siempre que quisiera, tal vez compraría menos bolsos, ¿no?), si no porque me parecen bonitos en su sencillez y falta absoluta de pretensiones, porque me gusta la tipografía que han elegido para los mensajes y, sobre todo, por los mensajes, que me hicieron muchísima gracia. En principio, creo que solo la gente muy joven (y en formación) puede llevar camisetas o chapas contándole al mundo quienes son, aunque creo que es mejor que te defina una frase que una marca, como suele ocurrir después. De adultos los mensajes se hacen más sutiles (o no) pero seguimos intentando decir, a través de lo que nos ponemos, quiénes somos, cómo estamos, qué pasa.
Bueno, seguramente los bolsos los regalaré, pero necesito algún mensaje, y como no me puedo comprar un bolso de Hermés (super buen mensaje, super contundente, más o menos como comprarse un Rolls), he pensado en comprarme este colgante, yo creo que es una frase muy profunda y sabia, un buen lema para este verano (y para esta vida).
Bueno, queridos, pues eso.

lunes, 2 de mayo de 2011

La minifalda de cuero

La piel me gusta casi siempre. La humana y la de los animales. Así que me pone de buen humor ver minifaldas de piel en las tiendas (Zara, APC -la de la foto-, etc.). Siempre me hacen pensar en Tina Turner, la mujer que mejor las ha llevado, (¡la única en todo el planeta tierra capaz de llevar incluso unos pantalones pirata de cuero! ¿Os acordáis? Era increíble). La minifalda de cuero no es una prenda fácil. Es una prenda, en principio, muy sexual (la piel en contacto directo con nuestra propia piel, el hecho de que suelen ser bastante cortas y ajustadas) y, por lo tanto, muy reveladora de quien es una en realidad. Nos podemos esconder detrás de casi todo, pero esconderse detrás del sexo es muy difícil. La mayor parte de la ropa que elegimos ponernos habla de quién querríamos ser, de quién creemos que somos, pero hay algunas prendas que nos retratan a pesar nuestro, hay ropa indomable, peligrosa, y la falda de cuero lo es. No importa cómo se lleve -yo creo que se ha de llevar luminosamente, con una camiseta vieja y unas Birkenstoch, exactamente como si fuese un short tejano, o a lo rock & roll, como Tina o Kate Moss-, la minifalda de cuero siempre desvela algo íntimo, por eso algunos la consideran vulgar o de mal gusto. Yo, en cambio, considero más vulgar el camuflaje, de cualquier tipo, en todo. Y me gusta mucho la ropa que cubre y revela a la vez lo que hay debajo, lo que constituye mi vestido favorito, la piel.
Feliz lunes, queridos.